En las últimas semanas el mundo ha ido viendo la importante presencia del doctor Anthony Fauci, médico norteamericano que con un peculiar estilo se ha ido convirtiendo en uno de los más acertados y propositivos científicos para entender y explicar la realidad de la pandemia universal que está afectando al mundo entero. Es la voz más autorizada en el equipo norteamericano para enfrentar el coronavirus y con su tono pausado ha tenido que corregir la plana infinidad de veces a su jefe, Donald Trump, quien ha hecho gala de su arrogancia y desconocimiento enciclopédico, para enviar mensajes serios de lo que se debe hacer.
Él insiste en que para tomar decisiones ante la pandemia hace falta tener información detallada que pueda traducirse en datos duros para la toma de decisiones. Y para ello, dice, es indispensable hacer la mayor cantidad de pruebas para determinar cuánta gente hay realmente contagiada por el virus Covid-19 y darles seguimiento a sus contactos porque sólo sabiéndolo se pueden hacer proyecciones respecto al futuro inmediato y sobre las acciones que deben tomar los gobiernos de cada uno de los Estados.
Viene a cuento lo anterior porque gracias a sus esfuerzos el gobierno de Trump se vio forzado a incrementar la cantidad de exámenes realizados y es que, como repite el doctor Fauci, no se pueden tomar decisiones a la brava y basados en corazonadas. Sirve de mucho, por supuesto, la experiencia de otros países y la forma en que han podido encarar la emergencia y de esa cuenta es que el aislamiento social se ha ido imponiendo en casi todo el mundo como mecanismo para evitar más contagios, pero cada brote tiene su propio ritmo y las condiciones de las diferentes poblaciones son distintas, por lo que es preciso que se recolecte la mayor información posible y que se procese con tino para decidir lo que se debe hacer.
Creemos que en Guatemala las autoridades están centradas más en la crisis económica que en la crisis sanitaria y que el espejismo de que apenas llevamos un par de decenas de casos provoca un triunfalismo que no tiene fundamento en la realidad. En pocos países como el nuestro el sistema de salud es tan precario y obliga a redoblar el esfuerzo preventivo porque no podemos confiar en que se pueda atender correctamente una gran cantidad de enfermos y de esa cuenta hay que pedir ayuda e invertir todo lo posible en la realización de pruebas masivas para saber dónde estamos parados y tomar decisiones pensando más en prevenir contagios que en atiborrar los insuficientes hospitales.