Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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No importa a quien se le adjudica esta frase célebre, si a Augusto, Emperador Romano, a Carlos III, Rey de España o a Napoleón Bonaparte, Emperador de los franceses, lo importante es el significado de la misma, que no debemos apresurarnos en la toma de decisiones porque lo que realmente vale es que las cosas salgan bien, porque todo, hasta las resoluciones más simples que tome el ser humano, deben meditarse y sobre todo deben razonarse a plenitud utilizándolo como base sólida de sustentación a la hora de actuar.

Por eso creo que el presidente Giammattei para combatir el coronavirus Covid-19, debe seguir haciendo las cosas despacio, porque tiene prisa para eliminarlo definitivamente. Estoy seguro que si la rapidez fuera el método a emplear en este combate, hace rato que hubiera hecho lo mismo sin embargo, con lo que ha venido haciendo hasta el momento ha estado aplicando correctamente el refrán mencionado, pidiéndole al Creador que le siga dando una buena cosecha de resultados positivos, los que hasta el momento ha obtenido, aunque cuando estoy escribiendo este comentario, nuestro país ya tiene registrados 21 guatemaltecos con diagnóstico positivo.

Era lógico esperar que a Giammattei le surgieran críticas por todos lados en el combate a la pandemia. En primer lugar, porque no ganó las elecciones presidenciales con una base electoral que pudiera calificarse de arrolladora, sino que coyunturalmente la candidata que ya se consideraba ganadora le dio una férrea y tenaz lucha con una campaña electoral altamente costosa por todos conocida. A lo anterior, se suma que a quien llegó a sustituir le heredó un país prácticamente en trozos, sin pisto, sin recursos humanos mucho menos con planes o políticas públicas que le hubieran caído de perlas ahora más que nunca.

En la fase preventiva y de combate a la enfermedad propiamente dicha le han recomendado de todo, desde que debió haber exigido a toda la ciudadanía exámenes diagnósticos, sin conocer a fondo los enormes problemas estratégicos que ello representa y no digamos sobre la drasticidad de suspender la entrada de europeos al país, por cerrar sus fronteras y vías de entrada de la noche a la mañana, no digamos haber dictado el toque de queda de doce horas que vino a terminar de hacer pedazos las actividades sociales, políticas, deportivas, religiosas, de solaz y esparcimiento.

Pero siendo justos, el presidente Giammattei no se dejó llevar de la primera, se empapó bien de lo mal y el bien que había hecho China en la ciudad de Wuhan, lo que finalmente les dio buenos resultados, tan buenos que ha venido siendo también imitado por otros países con similares consecuencias. Es indudable entonces que no hay que dejarse llevar por la primera y que a pesar de que el camino al cielo está empedrado de buenas intenciones, es preferible atender lo que la lógica, los conocimientos y en este caso en particular lo que científicamente haya dado ya positivos resultados. .

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