Sandra Xinico Batz
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Hasta hoy el Gobierno de Guatemala no ha presentado ningún plan serio y realista, de las medias económicas que se necesitarán implementar frente a la situación que estamos viviendo (y la que se aproxima) por el Coronavirus. Lo más seguro es que no exista ninguna estrategia de contingencia, ni tampoco plan. El Señor Presidente en cuestión de horas cambió su posición “estricta” frente a la pandemia, por una actitud entibiecida y hasta burlona, con la que claramente está beneficiando a los ricos del país, quienes, una vez más comprobamos, jamás estarán dispuestos a salvaguardar o proteger la vida de las trabajadoras y los trabajadores, porque estos son reemplazables, son brazos que se cuenta como números y de estos hay decenas esperando en una lista “ansiosos” por convertirse en asalariados.
A pesar de la cuarentena declarada, las grandes empresas como las maquilas, los call center y otros continuaron laborando sin adoptar ninguna medida de protección y movilización de las trabajadoras y los trabajadores. Ante la falta de transporte público las personas han estado movilizándose en pick up o han tenido que caminar largas distancias. Los patronos amenazan con que se les descontará el día o que les despedirán si no se presentan a laborar. ¿Y como no van a tener esa prepotencia si el mismo presidente les permite “flexibilidad”?
Esta situación que atraviesa el país y el mundo, demuestra una vez más, que el problema real es el sistema económico, político y social en el que no estamos viviendo sino que sobreviviendo, de formas deplorables, en la miseria y el empobrecimiento que generan la desigualdad; los cuales son ejes que permiten la acumulación y concentración de la riqueza en pocas manos; quienes además de tener el control económico también tienen el político pues son quienes financian a la mayoría de los partidos y por ende controlan también el Estado, uno que se caracteriza por ser servil de tipo colonial, que administra en detrimento de las mayarías, hace leyes y políticas que benefician a los poderosos, es incapaz de cuidar la vida y se maneja a través de la impunidad.
Sí que son sabias, sabios nuestras abuelas, nuestros abuelos quienes han medido la riqueza desde una mirada diferente a la que mal gobierna hoy. Ellas, ellos grandes mujeres y hombres por generaciones han sabido que sembrar, producir los alimentos es un acto de soberanía. Tener maíz y frijol garantiza la vida y por estoy hay que ser noble, agradecidos con la tierra que provee nuestro sustento.
Hay mucho que cambiar. La dependencia que genera el capitalismo nos está matando. Mucha gente tendrá que salir o no tendrá que comer ni donde vivir. La salud, la alimentación, el agua, la vivienda, son derechos, no privilegios.
El futuro es incierto. Es normal que esto cause temor, pero hay que evitar el pánico, el miedo desenfrenado que nos incitan a sentir para empujarnos a desenfrenadamente comprarlo todo, a pensar sólo desde lo individual, desde el dinero, que nos han hecho pensar que todo lo puede comprar.