Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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¿Quién dijo que los diputados de ahora eran mejores que los anteriores? Bueno, la verdad es que no importa a quién se le ocurrió la idea, porque al fin y al cabo a la ciudadanía le da lo mismo. De una u otra manera quien lo haya dicho estaba equivocado. La integración, el funcionamiento y la forma de operar del actual Congreso del 14 de enero 2020 a la fecha nos indican que quienes pensaban que podíamos confiar en la rectitud, capacidad y honorabilidad de los integrantes de la actual legislatura estaba equivocado de cabo a rabo y la elección de magistrados del Tribunal Supremo Electoral lo vino a confirmar por segunda vez consecutiva, pues la primera prueba se consolidó con la elección de su propia junta directiva.

Sinceramente nos disgusta haber tenido la razón cuando dijimos que si seguíamos eligiendo a los diputados de la misma manera en que se integraron las anteriores legislaturas, sin que el ciudadano pudiera tener la oportunidad de seleccionar y elegir directamente a sus representantes, la casta política seguiría teniendo la sartén por el mango y ahora, las consecuencias las estamos viendo otra vez, cuando los diputados importándoles un pito la situación por la que está atravesando el país en los actuales días, se aprovecharon para hacer del proceso eleccionario una pantomima más, que por lógica consecuencia, solo ha servido para desmoronar las aspiraciones populares por ir arreglando paulatinamente la carencia de valores y principios en el manejo de la política del país.

¿Qué cosa buena podremos esperar cuando vamos a tener magistrados titulares y suplentes como encargados de dirigir y aplicar con estricto apego a la ley todo lo relativo a la libre formación y funcionamiento de las organizaciones políticas a gente con claros conflictos de intereses y obscuros desempeños en cargos de alcaldes, ministros, magistrados de apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia, comisionados presidenciales y como anteriores defensores de casos sumamente cuestionados que hicieron época en cuanto a litigios y en la administración de la justicia de nuestro país, la que a todos consta ha venido recorriendo una verdadero calvario de amargura en materia ética y moral?

De esa cuenta, la ciudadanía sea vuelto a quedar con las ganas de contar con magistrados del Tribunal Supremo Electoral que vayan a corresponder con gran altura a las aspiraciones de la población, la que desde hace mucho tiempo atrás ha venido aspirando a lograr una integración de sus magistrados con gente de la categoría de quienes nos acostumbraron a ver con mucha certeza una intención permanente por permanecer en una línea vertical y con apego al derecho.

Al suelo se vinieron otra vez las aspiraciones por poder contar con elementos que, con absoluta transparencia y equidad puedan manejar a un tribunal que requiere no solo de una excelente capacidad y eficiencia de los asuntos propios electorales, sino también en cuanto a los recursos financieros de la misma.

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