Alfonso Mata
No inventemos ni elucubremos, COVID-19 ni es castigo de Dios ni la vida es maligna contra nosotros, ni se acaba el mundo, ni los extraterrestres nos lo tiraron. En los últimos treinta años especialmente los brotes de enfermedades virales han aumentado y lo correcto es preguntarnos ¿por qué?
Los virus para sobrevivir y reproducirse necesitan de otros seres vivos grandes y glotones como somos muchos mamíferos y las aves capaces de movilizarnos a grandes distancias y convivir, para que ellos puedan pasar de un individuo a otro y replicarse dentro de nuestras células y es evidente que no solo nos movemos rápidamente sino que nos reproducimos igualmente rápido y con nosotros nuestras mascotas y animales con que nos alimentamos; de tal manera que en ello ganan las bacterias y los virus que así tienen más posibilidad de aumentar su número y en ese replicarse producen cambios para sobrevivir que nos afectan. Todos los seres vivos queremos sobrevivir.
Pero no solo somos más en esta tierra, sino que nos hacinamos más, vivimos pegados más unos a otros y eso también favorece la propagación de bacterias y virus que pueden pasar de un individuo a otro más rápido. Y finalmente nos movemos hacinados (mire como a diario por horas, vamos como sardinas en los buses).
A todo lo anterior, debemos añadir que animales domésticos y de crianza y los humanos, contaminamos aguas, tierra, sacando bacterias y virus con el aire que respiramos, con nuestros orines y caca, permitiendo que vayan a poblar a otros. En una frase: Más gente, más animales domésticos y de crianza, en igual espacio, esto significa para bacterias y virus transmisión facilitada. Así que en conclusión somos productores de epidemias.
Aviones, trenes, automóviles, motos y quien sabe cuántas cosas más, permiten que el virus atraviese la mitad del mundo, nuestras ciudades en menos de un día, horas, minutos y segundos. Si no, veamos lo ocurrido en esta epidemia. Wuhan, el lugar en donde se dice que empezó todo, es un importante centro de transporte en la red ferroviaria de alta velocidad china, además una plaza de intercambio de alimentos enorme y lugar de habitación de millones de personas. Y a eso añadamos que es una ciudad donde van y vienen miles de pasajeros diariamente no solo de China sino de otras regiones del mundo y podremos entender porque se ha propagado por el mundo.
Y a eso tenemos que añadir otra cosa: nuestras ciudades no están listas para combatir esas epidemias y comportamientos de los virus, de controlar su propagación. Una, porque vivimos hacinados; dos, porque en muchos espacios de nuestras ciudades, mal y despectivamente llamados marginales, no existen la mínima atención a su saneamiento y facilidades de atención a la salud a que acudir. No tienen agua, malos alcantarillados y todos los servicios públicos son insuficientes, etc., etc., etc.
Pero eso no responde el ¿por qué apareció ese virus en donde apareció? ¿realmente en ese lugar mutó un virus por casualidad y naturalmente o fue producto de un descuido humano que lo manipuló y lo dejo salir de los laboratorios?
LA CRIANZA DE ANIMALES Y SUS PELIGROS
La cosa no empezó hoy en eso de los virus. El que apareció hoy se llama COVID-19, el de ayer SARS, el de anteayer ébola y el de hace años dengue. En fin, vivimos y hemos creado un mundo en que constantemente van a estar apareciendo nuevos virus o cambiando de propiedades los viejos y todo eso nos afecta, como sucedió con el caso de la llamada gripe aviar. Y así vemos que, desde el siglo pasado, las epidemias virales aparecen más frecuentemente.
Pero en esto hay otro fenómeno interesante, a la par del crecimiento de la población humana como forma de que se propaguen las enfermedades y es nuestra dieta. Los humanos de 2020 no comemos igual a los de 1920 y con ello lo que consumimos, teniendo un crecimiento espectacular nuestro consumo de productos especialmente de carnes. Más consumo de carne significa más animal y con ellos más enfermedades y eso no es casualidad o simplemente una coincidencia sin consecuencias.
Gripe aviar, gripe porcina (H1N1), Ébola, SARS, ahora coronavirus de Wuhan, todos estos virus son zootónicos. Eso significa que primero se desarrollan y perfeccionan su forma de ser y comportarse en animales y luego se transmiten a los humanos de los animales. Un nuevo coronavirus nació, aparentemente, en el mercado de animales vivos en Wuhan. Según información preliminar, la enfermedad se transmitió a una persona de una serpiente viva. Pero lo cierto en este mundo, es que hoy por hoy, de cada cuatro virus nuevos, tres son generalmente zootónicos y muchos de ellos se trasmiten al hombre y otros probablemente lo harán en el futuro.
Entonces, con nuestro apetito por los cárnicos desatado y aumentado sumado a que las poblaciones humanas crecen y cada vez tienen mayor acceso a carnes, huevos, productos lácteos, el sector de animales de crianza aumenta a una velocidad mayor que la población humana y viven más hacinados y con más estrés y se contaminan más. En ese ambiente, los virus como la influenza y los que mencionamos, se propagan en ellos y generalmente se transmiten a personas, por lo que el riesgo de infección humana también está aumentando en la actualidad. Así de simple es lo que está sucediendo con los coronavirus: se transmiten de los animales a los humanos. En China, los mercados de carne y ganado son muy comunes, especialmente en áreas densamente pobladas. Esto puede explicar por qué las dos últimas epidemias vinieron de allí. Además, cuando las ciudades crecen, los residentes de las áreas periféricas entran en contacto con animales salvajes. Así, por ejemplo, la fiebre de Lassa se extendió: los granjeros talaron el bosque debajo de los campos, y las ratas que vivían allí se mudaron a sus hogares. En fin, la tierra es un barco donde toda la vida navega junta, para los religiosos, esa es la enseñanza del arca, nuestra misión es mantenernos todos vivos.