Por MYSTISLAV CHERNOV and SUZAN FRASER
EDIRNE, Turquía
Agencia (AP)
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tenía previsto viajar a Bruselas el lunes para una visita de trabajo de un día, dijo su oficina, en medio de un intenso conflicto migratorio y de refugiados entre Ankara y la Unión Europea.
Miles de migrantes se dirigieron a la frontera terrestre entre Turquía y Grecia luego de que el gobierno de Erdogan dijo la semana pasada que no impediría la entrada de migrantes y refugiados a territorio comunitario. Grecia movilizó a policías antimotines y guardas fronterizos para repeler a quienes intentar cruzar su frontera por tierra o mar.
Erdogan viajará a Bruselas el 9 de marzo, explicó su oficina en un comunicado, que no concretaba a dónde acudiría durante la jornada ni cuál era la naturaleza del trabajo que lo llevaba a la capital de Bélgica, donde se encuentra la sede de la Unión Europea.
El anuncio se produjo horas después de que los ministros de Exteriores comunitarios, reunidos en una cumbre ayer en Croacia, criticaron a Turquía alegando que estaba utilizando la desesperación de los migrantes «con fines políticos».
Como otras veces esta semana, hoy se registraron nuevos enfrentamientos entre la policía griega y los migrantes que esperaban en suelo turco cerca del paso de Kastanies. Una vez más, agentes griegos dispararon gases lacrimógenos para impedir los cruces y las autoridades turcas respondieron lanzando gases lacrimógenos hacia la parte griega.
El gobierno de Grecia dijo en un comunicado también el sábado que unas 600 personas, ayudadas por soldados y policías militares turcos, arrojaron gases lacrimógenos al lado griego de la frontera durante la noche. Además, hubo varios intentos de romper la cerca que separa las dos naciones y se prendieron fuegos para intentar provocar daños en ella, explicó la nota.
«Las fuerzas griegas impidieron los intentos de entrar de forma ilegal al territorio griego, repararon la valla y emplearon sirenas y altavoces», agregó Atenas.
Erdogan anunció la semana pasada que su país, que acoge a más de 3,5 millones de refugiados sirios, dejaría de ser el guardián de Europa y que sus fronteras con el bloque, antes custodiadas, quedaban abiertas.
La medida alarmó a los gobiernos europeos, que siguen sufriendo las consecuencias políticas de la migración masiva que comenzó hace cinco años.
El mandatario había pedido más ayuda de la Unión Europea para asumir la carga de atender a los refugiados. Bruselas insiste en que cumple su parte del acuerdo de 2016 que supone el desembolso de miles de millones de euros en ayudas a cambio de Ankara los mantenga en su territorio.
En una llamada telefónica con la canciller de Alemania, Angela Merkel, ayer, Erdogan señaló que el acuerdo migratorio entre Bruselas y Ankara ya no funciona y debe ser revisado, según explicó la oficina del líder turco.
Los ministros de Exteriores europeos reconocieron a Turquía por alojar a millones de migrantes y refugiados, pero dijeron que el bloque «rechaza con firmeza el uso de la presión migratoria por parte de Turquía con fines políticos. Esta situación en la frontera exterior de la UE no es aceptable».
Bruselas está decidida a proteger sus fronteras, agregaron los ministros.
Las autoridades griegas dijeron que en la última semana frustraron más de 38.000 intentos de cruzar la frontera y arrestaron a 286 personas, en su mayoría afganos. Entre los detenidos había apenas un 4% de sirios, agregó.
Grecia describió la situación en la frontera como una amenaza a su seguridad nacional. En respuesta, suspendió todas las solicitudes de asilo durante un mes y dijo que deportaría a los recién llegados sin registrarlos siquiera. Muchos migrantes contaron que tras cruzar a suelo griego fueron golpeados por las autoridades y obligados a regresar.
Ankara, por su parte, sostiene que un migrante murió por disparos de la policía griega o guardas cerca del paso fronterizo, pero Atenas niega la acusación. Un niño falleció ahogado ante la isla de Lesbos cuando la balsa en la que viajaban 48 migrantes naufragó.
El ministro turco del Interior, Suleyman Soylu, renovó el sábado las acusaciones de que las autoridades griegas maltratan a los migrantes.
«Sus máscaras han caído. La crueldad de aquellos que dan lecciones de humanidad se ha hecho evidente», dijo Soylu.