Marco Trejo
Hasta cuándo las autoridades de la Dirección General de Transportes dejarán de hacerse los locos con tanto accidente vial, donde se ven involucrados pilotos del servicio colectivo y pesado. Todos los días se conocen casos donde se accidentaron estos señores, quienes dejan una cauda de muertos y heridos que al año suman cientos de personas que dejan luto y dolor en las familias guatemaltecas.
En este sector importante de la economía guatemalteca hay que corregir varios aspectos del funcionamiento de las unidades que circulan en las carreteras y ciudades del país. En el reciente accidente de una tacuazina en la denominada vuelta de El Chilero, kilómetro 35 de la ruta que conduce hacia El Salvador, es indiscutible que el conductor se quedó dormido.
El mismo presidente de la Gremial de Pilotos de Transporte Pesado, Rony Mendoza ha dicho que los pilotos son sometidos a exceso de trabajo, que realizan varios viajes en menos de 24 horas y que ese cansancio muchas veces provoca que los choferes se queden dormidos al volante y provoquen las desgracias que vemos todos los días.
Los empresarios en su afán de cumplir metas del servicio que prestan, se olvidan del significado de la vida, pero sobre todo de las vidas que circulan en las carreteras, que nada tienen que ver con esa competitividad empresarial, que afecta a familias guatemaltecas que pierden uno o más de sus integrantes en ese tipo de percances.
Mientras tanto, en el servicio colectivo la competitividad es otra y aquí es donde entra el tema del dinero, los pilotos para agenciarse de un salario sobrecargan las unidades porque no reciben un salario y para llevar la comida a la mesa de sus hogares tienen que arriesgar la vida y la de cientos de personas que viajan en las camionetas.
Los camioneteros, porque no se les puede llamar de otra forma, circulan por las carreteras de una manera irresponsable e irracional, ellos al parecer leyeron la Ley de Tránsito, si la leyeron, de cabeza porque hacen todo lo contrario a lo que manda la norma vial. Ellos sobrepasan los límites de velocidad permitidos, rebasan en curva, suben y bajan pasajeros en lugares prohibidos, hacen triples o cuartas filas y circulan en contravía para evitar algún congestionamiento que encuentren sobre la ruta.
En fin, todo un caos ambos servicios, pero lo peor de todo es la pasividad y complacencia que muestra la autoridad de velar por regular este servicio, más pareciera que llega al cargo para beneficiar a los transportistas y actuar contra los usuarios, porque al fin y al cabo los muertos los pone el pueblo.
Se han visto casos en los cuales los pilotos ni siquiera tienen la edad permitida para sentarse en el volante de un vehículo que requiere de mucha experiencia para manejarla. Los choferes deben ser profesionales para garantizar la seguridad de ambos servicios.
Este problema que afrontamos es muy delicado porque se trata de vidas humanas, lo cual como que no nos importara, porque en otro país lo que más vale es el derecho a la vida y en estos casos estamos violentando preceptos de la Constitución de la República que habla de este tema.
Por eso es que es imperante que veamos un Director de Transportes enérgico y versado en el tema, que encuentre la fórmula para evitar que sigan muriendo guatemaltecos honestos y trabajadores, quienes día a día, fallecen en la cinta asfáltica, con lo cual se pierden vidas valiosas que todavía tenían mucho que dar a la sociedad guatemalteca.