José Roberto Alejos Cámbara
Guatemala se enfrenta esta semana a nuevos escándalos políticos, a diario parece que no existiera otra cosa más que las sombras en la política. La mayoría de la población se entretiene en sus propios afanes sin prestar mayor atención a estos escándalos, pretendiendo que no les afecta.
Los partidos políticos son parte de la razón de esa apatía. Por su mediocre participación en la formación de ciudadanía activa, en la promoción de nuevos liderazgos comprometidos con la responsabilidad que cada uno debería tener en el desarrollo del país. La mayoría de los partidos y quienes hemos sido parte de ellos somos responsables de esta indiferencia.
Para comprender lo que acontece es necesario voltear al pasado. Brevemente, retomando aspectos de la semana pasada, el 14/01/2012 cuando formamos un bloque independiente que después se convertiría en el partido político TODOS. La Ley permitía la integración de un bloque independiente con once diputados, así inició el camino para convertirnos en partido. La mayoría, diputados distritales que tenían dos grandes armas. Primero votaban de acuerdo con sus intereses porque sabían que con uno solo que renunciara, la bancada desaparecería desintegrando con ello el nuevo bloque. La segunda: eran los encargados de las afiliaciones en los departamentos, por lo que serían los dueños del partido tendrían mayoría en la asamblea nacional, podían elegir comité ejecutivo y candidatos a alcaldes y diputados. El partido nació con las viejas costumbres y los jóvenes se adaptaron casi de inmediato a ellas.
Este servidor, insistía en hablar de “Estado Fallido”, lo que entonces no se entendió y por supuesto no atraía financistas, sentían no reelegirse y fueron regresando a la UNE o a Lider con sus excompañeros, con el partido que se veía como el virtual ganador. Las vacantes, con algunas excepciones, se fueron rellenando con casi cualquiera que ya no tenía posibilidades de reelegirse en su partido. Los partidos políticos, como este ejemplo, nacen y crecen conforme intereses particulares sin un verdadero liderazgo formado, las consecuencias las vemos en su actuar, y en tanto no cambien las reglas seguiremos como estamos.
Se refleja hoy ante tanto acontecimiento, y es imperativo revisar la historia a partir de la actual Constitución Política, la que no contemplaba la figura de las Comisiones de Postulación como las conocemos hoy, la postulación de magistrados de la Corte Suprema de Justicia se concibió con un número de magistrados que el Congreso proponía y elegía; otro grupo a propuesta de una comisión de postulación. A mi forma de ver la elección de Corte de Apelaciones privilegiaba de mejor manera la carrera judicial, pues para integrar la nómina se requería ser juez de primera instancia o magistrado. En la reforma de 1994 se decidió establecer una nueva metodología, la cual evidentemente también fue tergiversada. La Ley de Comisiones de Postulación, aprobada hasta el 2010, funcionó bien quizá una sola una vez, hoy por hoy nos enfrentamos a que de continuar con la misma metodología el manoseo seguirá, solo cambian los actores. Es imperativa la reforma constitucional, insoslayable su discusión, los actores políticos debemos entender que para que el país progrese es imperativo que la justicia se administre de forma independiente y se realice una profunda transformación del sistema electoral, que a su vez incentive la participación ciudadana.