Mariela Castañón
mcastanon@lahora.com.gt
Hace pocos días abordábamos como gremio y con un grupo de profesionales en formación, la necesidad de conocer los mecanismos de autoprotección para informar en contextos de riesgo, algo que en la realidad no analizamos con frecuencia, sino hasta que el peligro está frente a nosotros.
Siempre solemos pensar que los riesgos son ajenos y rara vez sucederá algo en contra nuestra, por una publicación que -sin intención- pudo incomodar a alguien, o simplemente porque hay un grupo o persona que le molesta nuestra presencia y no quiere que se conozca cierta información o hecho.
En los últimos años, y después de experiencias personales en diferentes contextos, he entendido que es muy importante estar preparados para los desafíos que toque que enfrentar.
Además, gracias a diferentes organizaciones no locales y becas de capacitación, he comprendido lo valioso que es saber qué ruta tomar cuando hay peligro o vulneración del derecho a informar y ser informado.
Sin embargo, a pesar de los mecanismos conocidos, los riesgos siempre nos regresan al primer nivel de aprendizaje y de alguna manera nos obligan a repasar los pasos a seguir constantemente.
Las denuncias serán el mecanismo más importante para sentar un precedente y combatir la impunidad en cualquier delito. Y es curioso porque siempre lo reiteramos a la hora de informar, pero no siempre lo denunciamos cuando se trata de nosotros.
Es cierto que en ocasiones existen indicios que hacen pensar que la justicia no se aplica y es tardía, o no se investiga rigurosamente, o peor aún las denuncias se desestiman porque simplemente no se indagó bien; vale la pena utilizar el mecanismo, revelar lo que ha pasado ante la autoridad competente, que tal vez puede prevenir más delitos, o daño a personas.
Existen otros temas a los que regularmente no prestamos atención y es la ayuda psicosocial, considero que es importante tomarlo en cuenta porque cubrir violencia, injusticias, corrupción e impunidad tienen un efecto negativo en la vida profesional y personal.
Recuerdo que cuando inicié a laborar como periodista me frustraba constantemente y me sumergía en depresión, negatividad y tristeza. Esos sentimientos eran normales porque en países como Guatemala es difícil observar un cambio significativo para el bienestar de nuestra sociedad. Aún, sigue siendo doloroso, pero esta asistencia reconforta.
La ayuda psicosocial me ha permitido, sobrellevar el dolor de la cobertura del pasado, tomar el nuevo reto, recargarse de fuerza y energía positiva, que permitirá continuar ante los desafíos. Hay organizaciones que velan por la autoprotección a periodistas y comunicadores sociales que pueden ayudar significativamente.
Quiero terminar, reiterando que ante un riesgo o vulneración de derechos podemos acudir a la Procuraduría de los Derechos Humanos, a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Guatemala (Oacnudh), a la Fiscalía contra Delitos a Periodistas y la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG). Estas instituciones pueden acompañar y algunas de ellas ser un soporte importante en momentos de crisis.