Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
@BermejoGt
En mi columna anterior hacía referencia a las discusiones que se están desarrollando en la Comisión de Actualización y Modernización Electoral (CAME). En la citada comisión se están discutiendo diversos aspectos a los cuales me referiré en columnas posteriores, pero hoy quisiera abordar uno de los temas torales de lo que debe incluir una reforma electoral: la forma de elección de los diputados. Actualmente la Ley Electoral y de Partidos Políticos establece el sistema de elección de diputados por “listados cerrados y bloqueados”, es decir, los partidos políticos designan y eligen los diputados por listados o planillas ubicándolos en casillas numeradas en forma descendente. Los escaños son asignados usando el método D´hont de representación proporcional de minorías. El ciudadano no puede variar el orden de la asignación ni variar el orden de los candidatos en el listado. El uso de este sistema ha resultado en nuestro sistema en que las “primeras casillas” sean objeto de “compra” por sumas millonarias por “caciques” y que dentro de los listados controlados por los partidos se “cuelen” indeseables que, en la práctica, no tiene ni relación ni representatividad de sus electores. El sistema obviamente necesita un cambio y la ciudadanía lo demanda. El asunto entonces radica en qué hacer y qué es factible bajo la Constitución actual.
Las alternativas a las “listas cerradas y bloqueadas” pasan, por ejemplo, por establecer un sistema uninominal, o mayoritario, de distritos pequeños de un diputado, como el existente en los Estados Unidos de América, y otras de las soluciones están en establecer un sistema de “listas cerradas y desbloqueadas” (los partidos definen listas pero el votante puede variar el “orden” del listado de acuerdo a preferencias) y aún otras como establecer el sistema de “listas abiertas y abiertas” (los partidos eligen listas pero el votante puede votar de otros listados, incluso crear su propia lista). El sistema uninominal, si bien funciona muy bien en Estados Unidos de América y en el Reino Unido en donde existen pocos partidos y son institucionalizados, en Guatemala con tantos partidos y su poca institucionalidad y vida, sería totalmente contraproducente establecer un sistema parecido porque pudiere llevar a una concentración de poder en los partidos grandes e incluso a menor representatividad ya que se ganarían elecciones con porcentajes mínimos. Esa no es una opción realista en nuestro sistema electoral.
Con un grupo de ciudadanos hemos efectuado una propuesta en la CAME para que se implemente el sistema de listados “cerrados y desbloqueados” en el cual los partidos definan las listas, pero el votante puede modificar sus preferencias de candidatos en el orden establecido en las mismas. Consideramos que este sistema es un sistema intermedio y realista para buscar el anhelado objetivo de mejorar la representatividad del ciudadano a los diputados e incluso introducir unas dinámicas dentro de los partidos que ayudarían incluso a mejorar la gobernanza del Congreso. Particularmente, le restaría poder a las dirigencias partidarias de manipular el orden de los listados de acuerdo a incentivos perversos y les haría tomar más en serio la conformación de los listados para mejorar la oferta electoral. No obstante, el establecimiento de este sistema así como tiene sus beneficios también tiene efectos colaterales indeseables y, particularmente, tiene efecto en otras áreas de la normativa electoral. Lo anterior lo analizaré en mi próxima columna. Continuará…