Edith González
“En la cultura Maya el jaguar era denominado Balaam o Chaac y era símbolo de poder”.
“El Dios del Sol se transformaba en jaguar para viajar durante la noche por el mundo de los muertos”, este mágico momento es parte del proceso de vida del jaguar en las selvas del Petén, al norte del país. El jaguar ha tenido especial espacio en la vida diaria desde hace milenios y en las ruinas que se han descubierto en la profundidad de las selvas peteneras, el jaguar aparece como figura preponderante.
Ahora resulta que los estamos matando, por el solo placer de decir “soy cazador” y es que en las cámaras de fotos y videos colocados en las selvas por organismos privados para salvaguardar, no solo a los jaguares sino a la fauna regional, nos damos cuenta que con perros, en motocicletas y provistos de rifles, se procede a la cacería.
En otro relato de lo mágico de los mayas encontramos el siguiente: “El jaguar exclamó ‘ese animal se ve delicioso’ y Dios respondió ‘el perro es para servir al hombre y el arma para enseñar respeto al jaguar’”. Ya vimos lo mágico, pero ahora enfrentamos una realidad que nos muestra la crueldad del hombre en su entorno cuando provistos de armas de fuego y perros, atacan al jaguar.
Recién en la carretera a Puerto Barrios, Izabal, aparecieron crías de jaguar muertas a balazos, colocadas en mojones que marcan el kilometraje. Nadie sabe nada, nadie supo nada y nadie quiere decir algo. Las cámaras trampa captaron a los presuntos cazadores, que se movilizan en motocicletas y que son acompañados por perros, son parte de un proyecto de investigación de fauna que lleva a cabo la Fundación para la Conservación y el Ecodesarrollo (Fundaeco). Los vecinos de la región los identificaron como residentes en “Río Azul” y que cuando se necesitan trabajadores, ellos son los primeros que se apuntan.
El material fotográfico logrado por las cámaras trampa ubicado a dos kilómetros del campamento principal del parque muestra con claridad en medio de un trecho abierto de la selva a los cazadores furtivos en plena tarea de localizar a los jaguares y de abatirlos a balazos, utilizando a los perros para rastrearlo.
Francisco Asturias, director de la Fundaeco en Petén, asegura que la situación es preocupante, pues los cazadores recorren grandes extensiones de áreas protegidas en busca de aves de regular tamaño como pavos y faisanes, pero, asegura, si en su camino se cruza un jaguar o un puma estos intentan cazarlo, por lo que espera que las autoridades le pongan atención al tema.
Estos ataques que se producen en las selvas peteneras se suman a las diversas manifestaciones de violencia que se producen cotidianamente en el país, como asesinatos de pandillas, asaltos al transporte, a negocios, bancos, allanamiento a viviendas por ladrones, violencia contra la mujer, violaciones sexuales, incluso en plena vía pública acciones criminales en las selvas urbanas.
Ataques unos y otros que deben ser controlados por las autoridades para que los guatemaltecos podamos realmente vivir en paz.