Por AAMER MADHANI y JONATHAN LEMIRE y MARY CLARE JALONICK
WASHINGTON
Agencia AP
En la semana desde su absolución en el juicio político, un envalentonado presidente Donald Trump se muestra resuelto a controlar el gobierno con mano de hierro al presionar al Departamento de Justicia para que aligere la condena de un viejo amigo y usar sus poderes para vengarse de enemigos tanto reales como percibidos.
Trump ha dicho últimamente a sus confidentes que se siente vindicado y fortalecido por su absolución en el Senado, convencido de que los republicanos lo respaldan de una manera sin precedentes y que los votantes están asqueados por el proceso político. Eso dijeron cuatro funcionarios de la Casa Blanca y republicanos allegados al Presidente que hablaron bajo la condición de anonimato por no estar autorizados a revelar conversaciones privadas.
Desde entonces, Trump y sus colaboradores se han apresurado a eliminar del gobierno a quienes reprochan su falta de lealtad, empezando por los colaboradores del exfiscal especial Robert Mueller, quien investigó la injerencia rusa en la elección de 2016.
Demócratas y analistas independientes alertan que Trump está demostrando una sed de venganza que va más allá de esquivar las normas y podría causar daños perdurables a las instituciones.
Senadores republicanos como Lamar Alexander, de Tennessee; Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska, dijeron que el esfuerzo de Trump por presionar al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy fue inapropiado, pero expresaron la esperanza de que Trump aprendiera la lección del juicio político.
Murkowski reconoció el miércoles que «no ha habido indicios demasiado claros esta semana de que haya» aprendido.
Después que Trump tuiteó con furia acerca de los fiscales federales que recomendaron hasta nueve años de prisión para su amigo de confianza Roger Stone, el Departamento de Justicia anunció que reevaluaría la recomendación. Funcionarios del departamento aseguran que fue una coincidencia, porque ya habían previsto retirar la recomendación.
Stone fue condenado en noviembre por manipulación de testigos y obstrucción de la investigación de la Cámara Baja sobre si la campaña de Trump se coordinó con Rusia para inclinar la elección de 2016. Ante la decisión del departamento de reevaluar la recomendación, los cuatro fiscales se retiraron del caso y uno renunció.
Recientemente la Casa Blanca desistió de postular a un funcionario de justicia a un alto cargo en el Tesoro porque había supervisado los juicios a varios asesores de Trump. El gobierno despidió a un funcionario de la Agencia de Protección Ambiental, quien dice que lo echaron porque lo consideraban demasiado amistoso con los demócratas.
Trump insinuó esta semana que el Pentágono debería investigar y posiblemente sancionar al teniente coronel Alexander Vindman, un excolaborador de la Casa Blanca que declaró en la investigación previa al juicio político.
Se les dijo a Vindman y su hermano gemelo, un militar asignado al Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, que ya no se requerían sus servicios y que el Pentágono los asignaría a nuevos puestos. A continuación, el personal de seguridad los escoltó hasta la salida de la Casa Blanca.
Trump se mostró molesto al recibir en la Oficina Oval a los periodistas, quienes le preguntaron sobre su interferencia en el caso Stone y si había aprendido algo de su juicio político.
Atacó a los cuatro fiscales que recomendaron la sentencia para Stone y afirmó que «deberían disculparse por tanta gente cuya vida han arruinado».
En cuanto a la lección tras haber sido el tercer presidente sometido a juicio político: «Los demócratas son deshonestos… Son perversos, no deberían haber iniciado el juicio y mis encuestas han aumentado 10 puntos gracias a las noticias falsas».