Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

En sus inicios derecho y justicia era algo sagrado; pero, entre los hombres comenzaron a despertarse otros afanes. La codicia de obtener ventajas materiales para sí y para los suyos se antepuso a todo y los fallos sagrados del Templo; ya sólo se buscaban para cubrir las apariencias y lograr prebendas. La justicia se prostituyó.

Y entonces llegamos a nuestros días. Las normas de conducta que irradian del derecho y la justicia cúmplanse por políticos o por ciudadanos arbitrariamente, y entonces la anarquía, el abuso, la violencia hicieron presencia y cuadra para los designios de la multitud y de los grupos. Los fallos del derecho y la justicia en medio de ese caos, se van posponiendo en pro de las propias aspiraciones subjetivas y muchas veces, aunque parezca contradictorio, los reclamos de los demandados, los derechos de la mayoría, en mucho pasan a segundo plano.

Y luego de cinco años de abogar a diario por justicia, lo que vemos ante lo que sucede es que, al menos en este momento, no es posible encontrar los
medios para corregir y mejorar la situación creada y eso será así, hoy y mañana, mientras no tengamos y exista claridad de conciencia política y ciudadana, acerca de los pensamientos fundamentales que se trata de perseguir y asegurar con un sistema solido de justicia y cumplimiento de derechos.

Cada cuatro años, al igual que hacemos con el ejecutivo, nuestra sociedad busca hombres que cumplan el cometido de jueces y juzgadores con sensibilidad y sentido común y lleguen a resultados justos, es decir, que sean aptos de ventilar los litigios a tono con las exigencias de la verdadera justicia. Pero lo más extraño en todo esto es que, se ha recurrido para el nombramiento de personas idóneas en la administración de justicia, a mecanismos para determinar qué es lo bueno y lo justo que debemos ver en los potenciales candidatos y en ello se entiende que empleamos hombres de criterio bueno y
justo, y ¡oh! tragedia caemos indudablemente siempre en un círculo vicioso, no es justo ni equitativo el sistema de selección tampoco.

Pero los guatemaltecos somos necios y perseverantes en el error; nos entregamos cada cuatro años ciegamente a procesos de selección de autoridades en todos nuestros organismos que sin tardanza y con precisión, vuelven a permitir la instalación de los menos capaces y somos tan necios que no analizamos que es el proceso y no los eventos los que fallan en la selección y que por lo tanto, lo urgente es esclarecer con pensamiento crítico lo que tiene de peculiar ese método normativo selectivo que en la realidad seguimos de un modo unitario; sin ver claro ante nosotros mismos en que falla. Satisfecha esa necesidad, podremos luego acometer la empresa de analizar la misión del llamado a servir como juez y sus instituciones. Corresponde a los centros de investigación y universidades como misión, lanzar la propuesta respectiva a donde corresponde; de lo contrario, seguiremos igual.

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