El serio incidente ocurrido la semana pasada en el campus de la Universidad de San Carlos, concretamente en la Facultad de Derecho, durante el cual dos mujeres resultaron con una grave intoxicación luego de haber sido obligadas a beber alguna mezcla de productos que las autoridades han calificado como “psicoactivas”, durante una jornada de iniciación de los festejos de la Huelga de Dolores, obliga seriamente a que las autoridades de la Universidad nacional dicten medidas enérgicas para suspender esa clase de actos salvajes que persisten en el tiempo y que atentan contra la dignidad de los estudiantes.
En este caso se ha abierto expediente penal y la Procuraduría de los Derechos Humanos ha tomado cartas en el asunto, lo que permitiría individualizar a los responsables. La Asociación de Estudiantes Universitarios también se pronunció enérgicamente demandando acciones del Consejo Superior Universitario para que se ponga fin a esas prácticas que son resabio de un pasado muy oscuro marcado por aquellos famosos bautizos en los que se denigraba a los alumnos de nuevo ingreso, sometiéndolos a tratos francamente inhumanos.
La Universidad de San Carlos tiene que velar por la integridad y la dignidad de sus estudiantes y está obligada a poner coto a esos desmanes, procediendo en contra de los responsables sin dilación alguna porque debe enviarse un claro mensaje a todo el estudiantado de que el salvajismo no tiene cabida en esa casa de estudios.
Y párrafo aparte merece la Huelga de Dolores, actividad centenaria de los estudiantes de la San Carlos, que lamentablemente ha ido viniendo a menos como resultado de que los que dirigen el evento no comparten las actitudes ni los principios de los que fueron fundadores de esa expresión que tuvo épocas de oro, cuando la voz de los estudiantes sobre los distintos problemas nacionales se hacía escuchar en medio de la fina chispa que mostraban tanto en las actividades públicas como en los comunicados y el periódico que se publica con motivo del Viernes de Dolores.
El machismo que antaño campeaba en la universidad y que hacía que el abuso contra las mujeres fuera visto como parte de lo cotidiano, debe desaparecer de una vez por todas y las mismas mujeres deben reclamar y exigir respeto a su condición y que la igualdad no significa que se le trate en forma grosera e inhumana.
Ojalá que las investigaciones permitan seriamente individualizar responsabilidades para aplicar los correctivos penales y administrativos que correspondan, a fin de que la Universidad de San Carlos no sea vista como un reducto de salvajismo.