Por BRADY McCOMBS
COPACABANA, Bolivia
Agencia(AP)
Mientras esperan por una trucha frita, los miembros de una familia de paseo por el lago Titicaca derraman un poco de soda en el piso antes de tomar el primer sorbo.
En el país más indígena de América del Sur, un viejo sistema de creencias muy arraigadas que gira en torno a la diosa de la tierra Pachamama se hace presente constantemente en la vida diaria. Las gotas de soda son un pequeño homenaje a la madre tierra. A cambio, la Pachamama ofrece bendiciones, según las creencias de muchos bolivianos.
En otros países sudamericanos, como Perú y Chile, se cree en la diosa de la tierra, pero en ninguno más que en Bolivia, donde al menos el 60% de la población dice ser descendiente de los pueblos originarios que fueron colonizados por los españoles.
La fe en la Pachamama rebasa el origen étnico y se da tanto en los pueblos pequeños como en las grandes ciudades. Los padres les enseñan a sus hijos que la gratitud hacia la madre tierra es una parte integral de la vida. Muchos son católicos practicantes que combinan las costumbres de ambas fes.
«Es una combinación», expresó José Luis Campero, ingeniero de sistemas de 30 años de La Paz, quien es católico. «Dios no es solo una religión».
A través de rituales conocidos como «challas», los bolivianos muestran su respeto por la Pachamama, derramando bebidas en el piso y arrojando flores y hojas de coca en una especie de ofrenda, a veces acompañada por canciones o bailes. El ingeniero civil José Saravia dijo que él y sus colegas siempre le rezan a la Pachamama antes de poner en marcha un proyecto.
«Le damos agradecimiento a la Pachamama para que nos dé bendiciones. Es nuestra tradición de los ancestros», comentó Saravia, de 46 años, también de La Paz. «Vamos a misa porque eso es la religión católica que los españoles trajeron a Bolivia».
La palabra «pacha» quiere decir tierra, cosmos, universo, tiempo y espacio en las lenguas indígenas aymara y quechua. «Mama» quiere decir madre. Es un símbolo de la fertilidad de la tierra en las culturas andinas.
En Bolivia la Pachamama está en todos lados, y en ninguno al mismo tiempo. No hay imágenes oficiales, ni logos ni estatuas que adornen las plazas o cuelguen de las paredes en las casas. Pero la gente la honra constantemente y a menudo la incorpora a ceremonias religiosas cristianas. Hay indicios que permiten saber dónde es más prevalente, como una bandera multicolor llamada wiphala con pequeños cuadrados que representan a los pueblos indígenas. Bajo la presidencia de Morales, fue una bandera oficial del gobierno, junto a la tricolor (verde, rojo y amarillo) de Bolivia.
El sistema de creencias tuvo mucha prominencia en los casi 14 años de gobierno de Morales, quien acostumbraba a realizar ceremonias de la Pachamama en actos oficiales. Una cinta animada llamada «Pachamama» estrenada el año pasado en Netflix relata la historia de un niño andino de diez años durante la época de la conquista española en Bolivia.
La fusión de las tradiciones católica romana e indígena salta a la vista al comenzar el verano, durante la Fiesta del Gran Poder en La Paz. Bailarines con atuendos complejos llenan las calles representando el folclore andino en una celebración de un cuadro del siglo 17 que muestra a un Jesucristo con facciones indígenas.
La santa patrona de Bolivia, la Virgen de Copacabana, fue descubierta y esculpida por un indígena después de la llegada de los españoles. Por ello, para algunos es una representación visual de la Pachamama por más de que sea una santa católica.
La mezcla de creencias ancestrales y cristianas comenzó cuando indígenas bolivianos disimularon sus creencias haciéndolas pasar por católicas, según los antropólogos, pero en tiempos recientes se ha hecho común practicar las dos fes, sobre todo durante la presidencia de Morales. Este fenómeno es conocido como sincretismo religioso y es reconocido por la constitución de Bolivia con la expresión «cosmovisión andina». Es muy popular en este país mayormente indígena.
Morales causó malestar entre algunos católicos porque reescribió la Constitución en el 2009, eliminando el reconocimiento especial que se le daba a la Iglesia Católica Romana. Los sacerdotes católicos locales, no obstante, no parecen estar resentidos y ven con buenos ojos la relación simbiótica que hay en Bolivia.
«Hoy nuestra misión es no buscar confrontaciones, sino entender la cultura aymara/inca», expresó el padre Abelino Yeguaori en la Basílica de Nuestra Señora de Copacabana en la costa del Titicaca. «En la iglesia en Bolivia hay un consenso para no destruir, sino tratar de interiorizar la fe de la gente».
Observando la basílica desde lo alto de una montaña en Copacabana, donde los bolivianos hacen un peregrinaje a pie, Amelia Gómez y su esposo miraron cuando un guía indígena derramaba cerveza sobre una casita de juguete en el piso, en una bendición pensada para satisfacer el deseo de una familia de llegar a tener una casa propia este año.
«Nuestros antepasados vienen y nos cumplen los deseos», dijo Gómez.