Cartas del Lector

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René Leiva

La fe mueve montañas; la ideología las ocupa y las transforma en sacos de cemento.

Pocos son los protagonistas y muchos los comparsas de la puesta en escena de una ideología en el coliseo social, cualquiera sea su duración. ¿Cabe resignarse a ser de los segundos, segundones de relleno?

Si a ninguna ideología le conviene renegar del elemental patriotismo, en ese punto preciso, ¿son tantas y tan profundas las divergencias ideológicas, su propensión individualista/protagónica, que el supuesto amor a la patria, que debería ser inclusivo, se desvanece? El paradójico patriotismo (¿o “patiotismo”?) impregnado de individualismo extremo, más bien excluyente. ¿Cómo conciliar amor a la patria con excesivo apego a sí mismo? ¿Puede individualizarse el sentido, el sentimiento de patria, despojarlo de su esencia orgánica y plural? ¿No es cierto que, dentro del inmenso e incondicional amor a la patria, en la práctica, no caben todos sus ciudadanos sino sólo unos cuantos en el avaro corazón de sus ideologizados?

Un telenoticiario, como empresa comercial, con obvio afán de lucro, por supuesto adscrito a la ideología dominante y su idóneo propagandista, será tendencioso, escamoteador de determinantes hechos, verdades y certezas de actualidad, adulador y servidor (bien pagado) del gobierno de turno, enemigo declarado de la lucha contra la corrupción y la impunidad, demagogo y populista con el pobrerío televidente, hipócrita amarillista de las desgracias cotidianas, etcétera. En suma, un telenoticiario ideológico (directorio anónimo) de la más abyecta calaña, con millones de teledescerebrados.

Por fortuna, contra lo que algunos quisieran, en general la fisiología no se organiza por mandato ideológico, al menos para la gran mayoría de humanos, cualquiera sea su ordenamiento de ideas y valores, y eso que los fenómenos ideológicos están íntimamente relacionados con el cerebro, el mismo centro nervioso que tiene mucha conexión con las ideologías (según agudas observaciones del ideólogo y fisiólogo Perogrullo, en sus Obras Completas). ¿Qué pasaría si, por ejemplo, evacuar el intestino contuviese ciertas peculiaridades motivadas por el ideario político, económico, social e incluso cultural del o de la evacuante, aun cuando su intestino, a simple vista, no se diferencie demasiado de otros? El mismo Perogrullo contesta que la madre naturaleza quiso que la fisiología no fuese obstáculo del buen pensar ni motivo de discordias ideológicas.

Llámese faceta de la lucha de clases, diferencias de ideas y valores, libertinaje económico versus canasta básica familiar, u otra denominación combativa, cabalmente vestir de harapos al salario mínimo (escamoteado) desnuda de sus oropeles ideológicos a la macroeconomía.

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Consultados eminentes astrónomos, cronólogos, calendariólogos, efemeridiólogos y almanacólogos de fama mundial, todos coinciden en que la segunda década del presente siglo XXI termina el 31 de diciembre de este año 2020, toda vez que en el sistema decimal se cuenta precisamente de uno a diez, 1 a 10, no de uno a nueve, 1 a 9. El año pasado, 2019, fue el noveno año de la década, como es obvio.

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