Dispositivo que reproduce el movimiento de los planetas. FOTO LA HORA. K. EBERT/INNOVATIVE IDEAS & METH / EUROPA PRESS/DPA.

MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –

Científicos han descubierto los posibles orígenes de la ‘Gran Brecha’ que tiene el Sistema Solar y que podría haber surgido justo después de que se formó el Sol.

Investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos, explican que el fenómeno se parece un poco a cómo las Montañas Rocosas dividen América del Norte entre este y oeste. Por un lado están los planetas ‘terrestres’, como la Tierra y Marte, que están compuestos tipos de materiales fundamentalmente diferentes a los planetas ‘jovianos’ más alejados, como Júpiter y Saturno.

Brasser y el coautor Stephen Mojzsis, profesor en el Departamento de Ciencias Geológicas del CU Boulder, creen que tienen la respuesta, y puede arrojar nueva luz sobre cómo se originó la vida en la Tierra.

El dúo sugiere que el sistema solar temprano fue dividido en al menos dos regiones por una estructura en forma de anillo que formó un disco alrededor del joven Sol. Este disco podría haber tenido importantes implicaciones para la evolución de los planetas y asteroides, e incluso la historia de la vida en la Tierra.

«La explicación más probable para esa diferencia de composición es que surgió de una estructura intrínseca de este disco de gas y polvo», apunta Mojzsis.

Mojzsis señala que la ‘Gran brecha’, como Brasser y él mismo lo denominaron, no parece gran cosa actualmente, ya que es un tramo de espacio relativamente vacío que se encuentra cerca de Júpiter, justo más allá de lo que los astrónomos llaman el cinturón de asteroides.

Pero aún se puede detectar su presencia en todo el Sistema Solar. Desplazándose hacia el Sol desde esa línea, la mayoría de los planetas y asteroides contienen cantidades relativamente bajas de moléculas orgánicas. Sin embargo, en la otra dirección hacia Júpiter y más allá, hay una imagen diferente: casi todo en esta parte distante del sistema solar está compuesto de materiales ricos en carbono.

Esta dicotomía «fue realmente una sorpresa cuando se descubrió por primera vez», admite Mojzsis. Muchos científicos asumieron que Júpiter era el agente responsable de esa sorpresa. Se pensaba que el planeta es tan masivo que podría haber actuado como una barrera gravitacional, evitando que las piedras y el polvo del sistema solar exterior caigan en espiral hacia el sol.

Pero Mojzsis y Brasser no estaban convencidos. Utilizaron una serie de simulaciones por computadora para explorar el papel de Júpiter en el sistema solar en evolución y descubrieron que si bien Júpiter es grande, probablemente nunca fue lo suficientemente grande al principio de su formación para bloquear por completo el flujo de material rocoso para que no se mueva hacia el Sol.

Durante años, los científicos que operaban un observatorio llamado Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), en Chile, habían notado algo inusual alrededor de estrellas distantes: los sistemas estelares jóvenes a menudo estaban rodeados de discos de gas y polvo que, en luz infrarroja, se parecían un poco a un ojo de tigre.

Si existiera un anillo similar en nuestro propio sistema solar hace miles de millones de años, razonaron Brasser y Mojzsis, teóricamente podría ser responsable de la Gran Brecha.

Esto se debe a que dicho anillo crearía bandas alternas de gas y polvo de alta y baja presión. Esas bandas, a su vez, podrían colocar los primeros bloques de construcción del sistema solar en varios sumideros distintos, uno que habría dado lugar a Júpiter y Saturno, y otro a la Tierra y a Marte.

Pero, agrega, hay una advertencia: esa barrera en el espacio probablemente no fue perfecta. Es posible que parte del material del sistema solar exterior haya escalado a través de la división. Y esos fugitivos podrían haber sido importantes para la evolución de nuestro propio mundo.

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