Arlena Cifuentes
Arlena_dcifuentes@hotmail.com

A muchos creo, agradó la actitud asumida por Alejandro Giammattei al manifestarle a Jimmy Morales que “siquiera el último día de su mandato sea responsable” en relación al permiso laboral que, en un Acuerdo Gubernativo emitido, autorizaba a los empleados públicos a que el martes 14 de enero pudieran gozar de la “fiesta democrática”, en la cual se le da la bienvenida al nuevo gobierno como una de sus últimas ocurrencias y a pocas horas de entregar el puesto. Calificar de fiesta y menos aún “democrática”, nada más alejado de la realidad, ningún motivo de celebración significa realmente un cambio de Gobierno en una coyuntura como la actual. Los guatemaltecos despiertos, conscientes no tenemos nada que celebrar cuando la pobreza, la desnutrición, la corrupción prevalecen sobre nuestro país. Para quienes dejan al país sumergido en una de las crisis más grandes que haya sufrido al menos en las últimas dos décadas es indudable que será motivo de celebración, ya que sus vidas las llevan bien aseguradas. Existe tal vez un hálito de esperanza que se despejará durante los primeros tres meses del nuevo Gobierno.

Preocupa el Gabinete que acompañará en su gestión al nuevo presidente. Muchos de sus miembros carecen de la experiencia y capacidad necesarias para hacer un “buen gobierno” siendo esta su más grande debilidad. Ojalá y tengan la humildad para reconocerlo y no lleguen volando cabezas a quienes tienen ya la experiencia en los distintos Ministerios y Secretarías. Sin lugar a dudas, hay compromisos adquiridos y los puestos mejor pagados serán los más codiciados aún a costa del conocimiento y capacidad de algunos tecnócratas que hayan demostrado su capacidad, conocimiento y experiencia.

El reto para el nuevo Gobierno es grande, por lo que no deberá actuar como un apagafuegos. Todo lo contrario, la priorización y toma de decisiones deberán hacerse con mucho realismo, cordura y sensatez. La primera tarea a asumir debería ser la revisión y derogación de acuerdos y nombramientos asumidos por el gobierno de Morales en los últimos meses. Uno con especial prioridad es el que nos coloca como “Tercer País Seguro” -inseguro- y del cual nada sabemos. No se puede permitir seguir negociando el presente y el futuro del país de manera tan irresponsable. Es el momento de pensar en darle sentido a los conceptos de Soberanía, Ciudadanía, Cultura Política, íntimamente relacionados.

Por otra parte, el tema de la erradicación de la desnutrición infantil es impostergable. Su abordaje debe ser integral, no con paliativos para presentar estadísticas improvisadas, el cual va íntimamente ligado a las condiciones de vida en extrema pobreza, lo cual requiere de un esfuerzo titánico que debiera estar a cargo no de improvisados funcionarios sino de gente experta, con sensibilidad social, comprometida con la vida y el desarrollo de nuestra niñez. La creación de fuentes de empleo es necesaria para solucionar todo lo anterior. Si para coadyuvar a la solución de cada una de las grandes tareas pendientes se contara con el personal idóneo, con el agregado de ser funcionarios probos Guatemala tendría una gran oportunidad. Ahora bien, si cada uno de los nuevos funcionarios o autoridades llevan como objetivo gozar de las mieles del poder y enriquecerse no hay salvación para Guatemala.

El reto es grande, el tema de seguridad necesita fortalecerse ya que en ningún momento fue prioridad para el gobierno saliente; la lucha contra la impunidad y la corrupción requieren voluntad política para imprimirle una nueva dinámica.

No hay salvación porque el pueblo, ese que no vive en pobreza extrema o en situación de pobreza –son diferentes– que tiene la dicha de tener tres tiempos de comida, ese que no utiliza el transporte público, ese al que sus hijos tienen acceso a la educación, ese que tiene agua potable y electricidad… a ese HOY no lo mueve nada.

Artículo anteriorAgenda del nuevo gobierno: I. Parlacen
Artículo siguienteSin dificultades en el vivir