Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raul Molina

Me sumo al suspiro de alivio de la ciudadanía al ver que el gobierno del FCN-Nación se encuentra agónicamente en sus últimas horas. Lamento que dicho gobierno no haya sido expulsado durante estos cuatro años, al transar en Washington la compraventa de la soberanía nacional. Es también responsabilidad nuestra que continuase, al no haber mostrado nuestro pueblo la misma determinación que tuvieron los pueblos ecuatoriano y chileno a finales de 2019, para parar las inaceptables medidas de sus gobiernos. Toleramos demasiado y permitimos que la dictadura de la corrupción se consolidara con el apoyo de la Casa Blanca y el CACIF y teniendo como parapetos al Pacto de la Corrupción en el Congreso, las cortes en el Poder Judicial –con excepción de la CC, la mayoría de las veces, y el TSE, algunas veces– y las fuerzas armadas y de seguridad, como costosa y prostituida guardia pretoriana. Debido a la oposición dispersa, débil e inconstante, la dictadura de la corrupción logró mantenerse en el poder mediante el fraude electoral, que me hace afirmar que lo único que se cambiará será la máscara. La que cae ha desprestigiado al país a niveles inconcebibles, trató de ocultar infructuosamente la traición constante a las grandes mayorías y sirvió de burla desde el pantano de corrupción e impunidad. La nueva máscara, que no sabemos que figura tomará, ya ha dejado entrever que por debajo de ella continuará el Estado fallido, colonia del imperio estadounidense y servidor fiel de los “poderosos”. El nuevo gobierno ha sido ninguneado por Washington, aun antes de haber tomado posesión, con el encargo de inmiscuirse en Venezuela y manteniéndolo en el limbo sobre los acuerdos impuestos a Guatemala en materia migratoria. Sal en la herida es la delegación de muy bajo nivel que Estados Unidos envía a su inauguración, que muestra el poco respeto hacia nuestro país, tanto al gobierno actual como al que asumirá.
¿Se puede pedir “algo” a la dictadura de la corrupción al cambiarse de máscara? No; pero sí se le puede exigir, aunque no responda, para dejar constancia histórica de que la posición de la ciudadanía es distinta a la de un gobierno servil. Aunque la lista de exigencias es muy grande, hay cuestiones urgentes para cumplirse en los primeros días, tales como: dejar sin efecto todos los nombramientos realizados por el gobierno actual a partir del 1 de diciembre de 2019; plantear la derogación e inconstitucionalidad de todas las medidas tomadas por la legislatura actual a partir del 1 de noviembre; derogar, por inconstitucionales, todos los acuerdos migratorios firmados por el gobierno con EE. UU., particularmente el ACA o Acuerdo de Tercer País Seguro; detener todas las compras de armamentos, por ser innecesarias y lesivas al país; y restituir el apoyo pleno a la Procuraduría de Derechos Humanos y a la lucha contra la corrupción y la impunidad. Si el nuevo gobierno no toma estas medidas, estará demostrando que está al servicio del imperio, el CACIF y empresas extranjeras, y otros sectores poderosos, incluidas las fuerzas armadas, las fuerzas de seguridad y el crimen organizado. Podremos exigir, entonces, su inmediata renuncia.

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