Por LAURAN NEERGARD
WASHINGTON
Agencia (AP)
Los científicos creen que han dilucidado cómo hacer que una vacuna contra la tuberculosis creada hace un siglo proteja mucho más: simplemente aplicarla de forma distinta. En un estudio con monos, inyectar la vacuna directamente al torrente sanguíneo mejoró drásticamente su efectividad en comparación con la inyección subcutánea que regularmente se aplica en la actualidad, reportaron los investigadores.
«Esto ofrece esperanza», aunque se requieren más estudios sobre su seguridad antes de probar este enfoque en personas, dijo ayer el doctor Robert Seder de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), uno de los autores del estudio.
La tuberculosis provoca la muerte de aproximadamente 1,7 millones de personas al año, la mayoría de ellas en países pobres. La única vacuna existente, llamada BCG, es utilizada principalmente en las áreas de alto riesgo para proteger a los bebés de una forma de la enfermedad, pero es mucho menos eficaz para impedir que los adolescentes y adultos contraigan la principal amenaza: tuberculosis en los pulmones.
La mayoría de las vacunas se aplican en inyecciones intramusculares o subcutáneas. A Seder se le ocurrió la idea de una inmunización intravenosa hace unos años, luego de experimentos que mostraron que un candidato a recibir la vacuna contra la malaria obtuvo mejores resultados al ser inyectado en una vena. Se preguntó si la vacuna contra la tuberculosis funcionaría de la misma forma.
Los investigadores de los NIH trabajaron en conjunto con la Universidad de Pittsburgh para estudiar a ciertos monos, los Rhesus, que reaccionan a una infección de tuberculosis en forma muy parecida a la gente. Probaron diversas formas de aplicar la vacuna contra esta enfermedad, incluyendo un rocío que los monos inhalaban por medio de una mascarilla.
Seis meses después de las vacunaciones, los investigadores colocaron la bacteria de la tuberculosis directamente en los pulmones de los animales y observaron para ver si se infectaban. Los monos que recibieron la inyección subcutánea que se usa actualmente, incluso en una dosis más elevada, sólo estaban ligeramente más protegidos que los animales no vacunados y el rocío tampoco fue muy efectivo.
Sin embargo, en 9 de cada 10 monos, una dosis de vacuna más elevada de lo usual inyectada a una vena funcionó mucho mejor, reportaron los investigadores en la revista Nature. El equipo no halló rastros de infección en seis de los animales y contabilizó niveles muy bajos de bacterias de la tuberculosis en los pulmones de tres.
¿A qué se debe? La hipótesis es que células inmunológicas clave llamadas linfocitos T tienen que llenar los pulmones para matar a las bacterias de tuberculosis y pueden hacerlo con mayor rapidez cuando la vacuna es transportada rápidamente a través del torrente sanguíneo. Las pruebas mostraron linfocitos T más activos que permanecían en los pulmones de monos vacunados de la nueva forma.
Los hallazgos son sorprendentes, pues muestran que la forma en la que una vacuna es aplicada «evidentemente afecta a la inmunidad», escribieron Samuel Behar y Chris Sassetti, especialistas en tuberculosis de la Universidad de Massachusetts, que no participaron en el estudio, en un editorial que acompaña al artículo. Sin embargo, advirtieron que aplicar una vacuna en forma intravenosa no es tan fácil como otro tipo de inyecciones.
Seder dijo que se están llevando a cabo investigaciones adicionales sobre seguridad en animales, con la esperanza de comenzar un estudio inicial en personas en unos 18 meses.