Ricardo Rosales Román
(Con ocasión de los 70 años de la fundación del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, a continuación, se presentan fragmentos de una entrevista realizada a Ricardo Rosales Román, Carlos Gonzáles, por Édgar Paz, exmilitante del partido).
En el episodio que culminó con la caída de Árbenz, cuenta mucho la traición de unos cuantos, lo cual dio al traste con los grandes objetivos propuestos en la lucha por el avance de la democracia y el progreso y que se enfrentaron a enemigos tan poderosos en lo nacional como en lo internacional.
Se trató de aspectos a los que el PGT se refiere en detalle y pormenorizadamente, así como crítica y autocríticamente, en el documento denominado Las causas del derrocamiento del presidente Árbenz, del año 1956. Fue un documento que circuló en el interior del país, gracias a la distribución de los militantes del partido y de la juventud, ambos en proceso de reorganización.
En tal sentido, vale la pena mencionar tres aspectos que incidieron profundamente en la vida del PGT, posterior a la caída de Árbenz. Primero, que el PGT, no se preparó política, organizativa e ideológicamente para librar la lucha clandestina, pues no hubo la previsión, conforme los acontecimientos se iban produciendo, de prepararse para la eventual caída del gobierno revolucionario. Sin embargo, y a pesar de ello, fue la única organización política revolucionaria del periodo que sobrevivió. Además, inició, prácticamente el mismo día de la caída de Árbenz, su trabajo organizativo y de reconstrucción clandestina.
Segundo. El partido fue ilegalizado, como fueron ilegalizados los partidos de la revolución o la Alianza Femenina Guatemalteca, y las expresiones organizadas del movimiento sindical, el movimiento campesino, el movimiento magisterial, el movimiento estudiantil universitario, tales como el Frente Universitario Democrático, la Alianza de la Juventud Democrática, el Grupo Sakerti, la CGTG, la Confederación Nacional Campesina, el Sindicato de Trabajadores de Educación de Guatemala y otras organizaciones sindicales y progresistas. Además, sus dirigentes fueron perseguidos en las ciudades y en el campo.
Tercero. Se produjo un cambio institucional drástico con la derogatoria de la Constitución y de las medidas revolucionarias adoptadas por Arévalo y Árbenz. El contexto nacional había sido transformado radicalmente y el espacio de participación abierta y pública, había sido cerrado. A esto hay que agregar que se institucionalizaron sucesivos gobiernos anticomunistas de poca duración.
Sin embargo, entre la renuncia de Árbenz y la toma de Castillo Armas, electo por plebiscito, el PGT inició sus labores de reconstrucción en la clandestinidad y dio muestras de cómo continuar la lucha en condiciones adversas y difíciles. Una proclama que circuló clandestinamente en Guatemala, firmada por la Comisión Política del CC, circuló un mes después de la renuncia de Árbenz. Allí, en forma sucinta, se define la naturaleza y carácter de la intervención norteamericana, la naturaleza y carácter del gobierno constituido y se trazan las líneas generales para dar continuidad a la lucha del partido en las nuevas condiciones de clandestinidad.
Dirigentes, cuadros y militantes del partido fueron autorizados por la dirección del PGT, por sus órganos regionales, locales y de base para asilarse en las embajadas extranjeras en Guatemala. Se trató de garantizar su vida, pero con la previsión de programar su retorno y, al hacerlo, de que establecieran contacto con quienes se quedaron en el país. En su momento, los principales dirigentes regresaron y se reincorporaron a las tareas partidarias.
Los partidos de la revolución desaparecieron. Todos, excepto el PGT, el cual continuó su trabajo hasta el día de su disolución, tras la Firma de los Acuerdos de Paz. Los demás partidos y fuerzas de aquella época se extinguieron con la caída del gobierno de Árbenz.