Save the Children alerta de que siete millones de niños desplazados están en riesgo por las bajas temperaturas. FOTO LA HORA/DPA/ /EUROPA PRESS/ ELENA HEATHERWICK.

MADRID
Agencia DPA/Europa Press

La ONG Save the Children ha alertado de que 6,9 millones de niños, que se han visto obligados a abandonar sus hogares en Europa, Oriente Medio y Asia, están en riesgo de sufrir «un duro invierno» causado por las bajas temperaturas de doce países -Afganistán, Bosnia Herzegovina, Irak, Jordania, Montenegro, Siria, Turquía o Ucrania, entre otros- en los que están refugiados y donde las temperaturas son, en muchas ocasiones, inferiores a los cero grados.

Así explica que, a lo largo de 2019, Bosnia Herzegovina ha acogido a más de 28 mil personas refugiadas, de las cuales 8 mil permanecen actualmente en el país, donde ya se han registrado las primeras nevadas, un hecho que ha obligado a la mayoría a cobijarse en edificios abandonados y contenedores y a usar plástico para calentarse.

Como ejemplo, la organización narra la historia de Jakey, una refugiada afgana de 15 años en Bosnia Herzegovina, hasta donde llegó huyendo de la persecución de los talibanes en su país, que ahora vive en un contenedor en una antigua fábrica «que carece de luz natural y de calefacción adecuada».

La organización ha evacuado recientemente un asentamiento en una zona forestal del país bosnio que había servido con anterioridad como vertedero en el que, según ha advertido, las condiciones eran «inhumanas» porque «todo estaba helado y cubierto de nieve». «Bajo ninguna consideración era un sitio seguro para la infancia», han alertado desde Save the Children.

Por otra parte, advierte que en Siria, 2,6 millones de niños siguen desplazados por la guerra y el 14 por ciento de las familias se vieron obligadas a vivir en «sitios de último recurso», como campamentos «inseguros, fríos y sin electricidad», incluso antes del aumento de los enfrentamientos en el norte del país.

El director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children, David del Campo, ha subrayado que el invierno es «tan peligroso» para estos niños «como las amenazas que dejaron atrás, al tiempo que ha matizado que el invierno pasado las heladas y las bajas temperaturas mataron en Siria a quince menores desplazados.

«Lonas o láminas de plástico de pocos milímetros de grosor y paredes desmoronadas de edificios abandonados son todo lo que separar a niños y niñas asustados y exhaustos por el frío, mientras las temperaturas siguen cayendo», ha resaltado del Campo.

330 MIL NIÑOS DESPLAZADOS, EN RIESGO EN UCRANIA

Mientras, Save the Children señala que en Ucrania la situación es similar para los más de 330 mil niños obligados a abandonar su hogares en otros países. En este sentido ha señalado que, a pesar de que la mayor parte de ellos viven con sus familias en alojamientos alquilados, el ingreso promedio de las personas desplazadas es la mitad del promedio nacional, «insuficiente para cubrir las necesidades básicas».

Así, puntualiza que la mitad de las familias desplazadas que viven en pequeñas localidades del país ucraniano aseguran no poder calentar sus hogares «mínimamente», habiendo descendido las temperaturas «muy por debajo» de los cero grados.

Igualmente, la organización avisa de que en Afganistán, donde las temperaturas ya han alcanzado este invierno los -5 grados, estas familias viven en casas hechas de tierra y sin electricidad, en las que queman plástico y madera para calentarse.

Save the Children subraya que «los inviernos duros» y las «inadecuadas» condiciones de alojamiento pueden ser «mortales» para las personas refugiadas que duermen al aire libre o en lugares fríos, exponiéndose a la hipotermia, congelación o neumonía, «el mayor causante infeccioso de muertes de niños en el mundo».

Asimismo, recuerda que el riesgo de hipotermia es mayor en menores porque «no pueden regular su temperatura corporal como los adultos», así como que es especialmente peligrosa en recién nacidos.

Por otra parte, la organización ha apuntado que el frío trae consigo otros peligros, como el uso de estufas o calentadores de queroseno dentro de carpas y otros alojamientos «que puedan provocar incendios mortales», la inhalación de humos y la humedad, que puede generar afecciones y erupciones cutáneas.

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