Edith González
“Un perro es un gran amigo…” De la cotidianidad.
Desde que recuerdo, en mi familia siempre hubo perros. En la finca mi padre siempre era seguido y cuidado por uno y en mi casa mi madre disfrutaba de la compañía de un Daquel.
Hace uno años era frecuente encontrarlos deambulando en las calles. Ahora existen recintos donde llevan a los perros callejeros, los alimentan, cuidan, curan y dan en adopción; se acostumbra adoptar una mascota, un compañero, un perro. Incluso he conocido perros recogidos por personas individuales en pésimas condiciones de salud, como la Oly y luego los he visto hermosos, recuperados y hasta agradecidos.
Antes muchos perros eran víctimas de la rabia y estando en estas condiciones, las víctimas de sus mordidas pasaban por el doloroso tratamiento de 14 inyecciones en el abdomen. Uno de ellos fue el párroco de la iglesia de Mixco, Guatemala, en los años 70 agonizó tras ser mordido por un perro rabioso y luego del tratamiento logró sobrevivir.
Pero… de repente en Guatemala hubo peleas de perros, espectáculo sangriento, doloroso en donde corrían apuestas de importantes sumas de dinero por este o aquel perro. Y que se aparecen los Pitbull. Perros de pelea, de combate de sangre derramada. Los Pitbull, hasta ahora siguen siendo parte del paisaje de algunas familias, pero que no tienen control de los mismos.
Un breviario estadístico del presente año suministrado por los cuerpos de bomberos, señala que tres casos de ataque de estos perros, cada mes, dejan el saldo de dos personas muertas y cinco lesionados.
En doce meses tendremos entonces 24 muertos y 70 heridos, estos números nos dicen que esta situación ya es crisis. Lo más lamentable es que ni los dueños de los perros, ni las autoridades se hacen cargo. Los primeros porque en la mayoría de los casos, las víctimas pertenecen al entorno familiar. Y las segundas “no tienen interés en aplicar la nueva ley contra los dueños de este tipo de “mascotas”.
Perros de pelea nunca deberían estar en las calles ni en las casas, es más no deberían existir esas situaciones que llevan a los animales a una dolorosa muerte. Ejemplos de niños mordidos por el perro pitbull de la familia están apareciendo cada vez más, ante la irresponsabilidad de los adultos. Y más recientemente un adulto mayor que caminaba por la calle cuando fue atacado agoniza en el hospital Roosevelt, sin quien se haga responsable.
Un informe de la policía de Río de Janeiro Brasil, refiere al respecto del pitbull:
“Era una escena de terror. Con 13 años en la policía nunca había visto una situación así. Había perros muertos, perros heridos… el perro que había muerto estaba siendo asado para comer… Era una escena de terror», explica el comisario Matheus Laiola de una zona rural cercana a Sao Paulo, en Brasil.
¿Quiere usted un Pitbull en su casa? ¿Estaría dispuesto a que sus hijos “jugaran con él”? ¿Aceptaría Pitbull en las vecindades? ¿Y se responsabilizaría de lo que hagan sus Pitbull?
Yo no lo quiero. Prefiero seguir con “El Beto”, el perro crencha de la familia.