Afirmando que ha deportado a miles y miles de mareros de la MS-13, el presidente Donald Trump volvió a hacer del tema migratorio el eje de su campaña durante un mitin en Michigan, horas después de haber recibido en medio de elogios al Presidente de Guatemala, a quien agradeció por haber facilitado la deportación masiva de migrantes, mismos a los que volvió a llamar criminales, afirmando que Guatemala, Honduras y El Salvador no mandan buena gente a Estados Unidos y que los que llegan son responsables de graves crímenes cometidos en contra de diversas comunidades de ese país.
Explicó, eso sí, cómo fue que, a punta de chantaje, obligó a los gobiernos de esos tres países a firmar los acuerdos que los convierten en Tercer País Seguro a donde puede mandar, arbitrariamente, a todos aquellos que buscan refugio en Estados Unidos pidiendo asilo. Dijo Trump que los demócratas durante años permitieron que entraran esas personas peligrosas y que le tocó a él frenar la migración para lo que adoptó medidas que ahora le permiten deportar a miles y miles de esos migrantes que, según él, son todos pandilleros, negándose a reconocer el aporte que los centroamericanos y particularmente los guatemaltecos, hacen a la economía norteamericana con su trabajo, esfuerzo y dedicación.
Calificar de criminales a esos compatriotas que han sido expulsados de sus países por las condiciones de inseguridad y pobreza que se deriva de la existencia de gobiernos corruptos, que son apañados por el mismo Trump, es inaceptable, no sólo por el insulto en sí sino porque, como se puede ver en los videos que circulan sobre el mitin de Michigan, está exacerbando el racismo entre sus seguidores para que actúen en contra de los migrantes de origen centroamericano. Que se burle de Morales, como lo hizo al relatar la manera en que logró que los presidentes de estos países aceptaran sus acuerdos migratorios, es algo irrelevante en comparación con la forma en que expone a nuestros compatriotas a sufrir actitudes racistas que pueden llegar a ser fatales, tal y como se demostró ya con el ataque mortal a un Wallmart a donde llegaban a hacer compras muchos migrantes, ejecutado por un supremacista blanco de esos que el miércoles aplaudían rabiosamente a Trump cuando lanzaba su diatriba contra nuestros compatriotas.
Como para que no le importe un pepino la muerte de los niños guatemaltecos que han fallecido en la frontera estando bajo custodia de agentes migratorios, puesto que es evidente su desprecio por ellos y por todos los que llegan a Estados Unidos. Pero no menciona Trump para nada la responsabilidad que tiene Estados Unidos en las condiciones existentes en este país, no sólo por lo que significó la intervención de 1954 que detuvo un proceso de transformación económica, como se puede entender ahora tras los Tiempos Recios, sino especialmente porque él mismo fue factor esencial en desmontar la lucha contra la corrupción en Guatemala, apoyando al corrupto Morales para que se librara de la CICIG que estaba evidenciando la podredumbre de nuestro sistema político, vicio que agudiza la pobreza y el abandono de nuestros compatriotas.