Francisco Cáceres Barrios
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Cada día es más difícil vivir en tan malas condiciones de las vías públicas señores alcaldes municipales, cuando debieran dejar de lado la politiquería que los ha mantenido ocupados, como el continuo uso de los recursos para obras o trabajos con carácter más que todo populista y no con visión de resolver los diversos problemas que nos impiden poder circular a pie o en vehículos automotores y así poder desenvolvernos de mejor manera en los espacios públicos. Está bien y la población entera los felicita por la construcción de pasos a desnivel para evitar aquellos puntos álgidos del tránsito vehicular, conocidos como cuellos de botella, pero resulta injusto y desconsiderado dejar en el olvido a los peatones quienes, al ver las obras terminadas, se encuentran con que su vida ha quedado expuesta a graves peligros al impedírseles transitar por los mismos, pues al arquitecto, al ingeniero o al alcalde se les olvidó construir pasarelas u otras vías de paso peatonal seguro.
También sigo insistiendo en la urgente necesidad de construir aceras y de mejorar las condiciones de las actuales. No bastan los parches que han venido haciendo en algunos municipios, en especial en la ciudad capital, pues hay lugares en donde no es posible caminar ni un solo metro sin encontrar hoyos, protuberancias y restos de tubos o hierros retorcidos que provocan serias caídas o tropezones en especial, a las personas de mayor edad y ¿qué decir de los sitios en donde no existen tales aceras y la gente es obligada a caminar en la vía de los vehículos, con el riesgo de que uno de ellos se los llevar de corbata?
Está bien que la policía municipal de tránsito se preocupe de poner remisiones o cepos para lograr percibir mayores ingresos financieros a su corporación municipal pero ¿por qué lo hacen solo en determinadas zonas y se olvidan de aquellos lugares en donde por falta de suficientes estacionamientos públicos o privados los vehículos los estacionan en las aceras, especialmente las motocicletas, las que en el centro histórico no solo llenan los espacios de los vehículos de cuatro ruedas sino también los exclusivos peatonales? Y a lo anterior, se suman los puestos de la señora del atol, la que vende panes con frijoles, jamón y pollo para el desayuno, almuerzo, cena y dos tiempos de refacciones, cuyos canastos, mesas, bancos o sillas plásticas interrumpen de tal manera el paso peatonal que obligadamente hay que bajarse de las aceras.
He querido resumir o solo mencionar aquellos asuntos más importantes que perjudican el uso del espacio público en nuestro país, sin embargo, por razones de espacio he tenido que dejar en el tintero sinnúmero de problemas más que hacen mella en la población, la que, por la falta de un buen servicio de transporte público masivo, cada vez más se les obliga a tener que recorrer peatonalmente largas distancias para ir a su trabajo o atender sus asuntos personales.