Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Quienes defienden a Donald Trump justifican todo lo que hace con que la economía de Estados Unidos está muy bien y que los índices de desempleo están más bajos que nunca y yo no voy contra eso porque, además, que la economía del norte vaya bien significa que en Guatemala hay más negocio y en especial más remesas para asistir a tanta gente que hemos dejado atrás.
Zanjado ese debate, es importante ahondar en el cómo porqué la forma en la que el presidente Trump ha ejercido su mandato dista mucho de lo que tradicionalmente se conoce como el Rule of Law en la unión americana, es decir, el Estado de Derecho.
Ni la economía, ni los índices de desempleo ni nada faculta a un Presidente para usar el poder para fines distintos a los que han sido concebidos por los “Fundadores” de un país, más cuando éste cacarea ante el mundo la solidez de sus instituciones, la separación de poderes y los pesos y contrapesos.
Trump lo dijo en campaña: “Yo podría disparar a alguien en la 5ª ave de Nueva York y me puedo salir con la mía” y eso ha sido cierto. Además, hay que tener en consideración que esa es la forma en la que se han desarrollado las democracias cooptadas como la de Guatemala, en la que don dinero (de cuello blanco, del narcotráfico o el crimen organizado) ha sido el que manda, debilitando las instituciones, el desempeño de nuestro Estado de Derecho y el giro de nuestra economía.
Por esto y más es que Trump desea agradecer al Presidente que, tratando de usar su poder, se fue a sentar a almorzar una gallina con loroco con un narcotraficante confeso y que tras eso fue a ofrecer el país como uno seguro para ayudarle a su reelección. Un mandatario que, como él, ha usado el poder sin respetar los límites y peor aún, la ley.
Trump desea agradecer a quienes actúan como él y que gracias a eso pueden implementar sus “quid pro quo” ilegales como ocurrió en Ucrania y como hizo en Centroamérica. De los tres países del Triángulo Norte, el único que negoció bien fue Nayib Bukele porque a él no le perseguía el fantasma del narcotráfico como si lo hacía con Morales y Juan Orlando Hernández.
Trump agradecerá la implementación del Acuerdo Migratorio que no pasó por el Congreso de Guatemala tal y como lo había ordenado la Corte de Constitucionalidad (CC), a la que ahora le tocará mover ficha para que algún Congreso ratifique lo acordado, pero no puede ser hasta que el Gobierno se “digne” en mostrar los anexos de implementación que hasta ahora son el secreto mejor guardado.
Morales querrá regresar a Guatemala diciendo que tiene el beneplácito de Trump y con eso querrá evitar la cárcel el 14 de enero a las 14, momento en el que cualquier Fiscal General que fuera “aliada” del Estado de Derecho debería arreglar su cita con la justicia. Más aún, sabiendo que ya hay acusaciones presentadas y pendientes varios procesos de investigación.
Como bien dijo Jorge Vega, parafraseando y agregando, su familia los puede perdonar, la justicia (cooptada) exonerar y Trump perdonar, pero el pueblo no olvidará y recuerden que para el presidente de Estados Unidos no hay lealtades y una vez usa a sus mascotas, las desecha como chenca de puro.