Por: Rolando Alfaro Arellano
En vísperas del nacimiento del niño Jesús, deseo patentizar a mis lectores muchos éxitos y buenos augurios en el año venidero.
Esta columna se ha caracterizado por concientizar a mis lectores en el tema de conservación y protección de su entorno humano. Pero, a nivel nacional, se sigue envenenando el aire y el agua por una falta absoluta de concientización para mejorar la legislación ambiental que se encuentra abandonada.
En consecuencia, si se continúa con el sambenito de no acudir a la medicina legislativa para salvar los lagos, montañas, ríos, y bosques principalmente, ello, significará que aún falta mucho recorrido para mejorar el ambiente.
Infinidad de veces hemos escrito en esta Tribuna de La Hora, para ilustrar y concientizar a mis lectores en el peligro que malos guatemaltecos desean ignorar aún para mejorar su salud.
Los resultados a la fecha son negativos, pero con una desorientación de los diversos gobernantes, sostienen en designar a diplomáticos para continuar asistiendo a eventos de carácter internacional-nacional, pero ocultando o ignorando que la legislación ambiental vigente posee un atraso descomunal.
Por otra parte, pareciera que tales entidades y algunas personas ven el tema como aquellos enfermos que en lugar de asistir al médico, prefieren a los brujos que pululan por el territorio nacional. Craso error.
Si bien es cierto que la República de Guatemala, asistió a la Conferencia Ambiental en Estocolmo, nada sustancial se ha hecho, porque la legislación es casi inexistente, con un vacío tremendo de reglamentación que oriente a los pobladores de su actuar en la mayoría de los casos fatales.
No quisiéramos pensar que algunas personas de relevancia política y económica esperan que todos nos enfermemos, y después llamar a las instituciones de salud para salvarlos. Cuando el cáncer ya está instalado.
En consecuencia, conviene reiterar a los incautos que aún es tiempo de salvar a los buenos paisanos, de lo contrario bien vale reiterar que justos pagaran por los pecadores y sin remedio para ser curados sanamente.
Finalmente, deseamos que mis lectores pasen Feliz Navidad y Año Nuevo, con el pensamiento de poder sanar a aquellos que aún siguen pensando que las intenciones de mejorarlos siguen siendo desconocidas por y por eso se fundamentan en la ignorancia e ingratitud humana.
Que el Año Nuevo despierte a los guatemaltecos que siguen durmiendo el sueño de los pecadores y rebeldes paisanos.