Desde que llegó a la Presidencia Donald Trump se ha establecido como política oficial la de advertir a los que quieren migrar a Estados Unidos que la van a pasar mal, prédica que se repite una y otra vez en diversos comunicados de toda clase de funcionarios y diplomáticos norteamericanos, por lo que la penosa muerte de Carlos Gregorio Hernández, adolescente guatemalteco muerto mientras estaba bajo custodia de los agentes de migración, se tiene que entender en el marco de ese notorio interés por enviar mensajes de miedo porque sus custodios literalmente lo dejaron morir en la celda a la que había sido trasladado.

El video que publicó ProPublica ha despertado indignación porque demuestra, fuera de toda duda, que se le dejó morir no obstante que una enfermera que lo había evaluado advirtió que tenía que ser monitoreado por la fiebre y síntomas que presentaba, razón por la que, en caso de persistir las dolencias, debía ser trasladado a un hospital. Lo trasladaron a una celda aislada donde simplemente lo dejaron morir, demostrando una falta de humanidad que se puede entender en el marco de esa nueva visión que se ha impuesto y que tiene profundos sesgos racistas en contra de los inmigrantes de origen latinoamericano.

Todos los funcionarios que tienen que ver algo con el tema migratorio han sido instruidos que deben advertir de los peligros mortales que implica la migración irregular y hemos leído una y otra vez cómo repiten hasta el cansancio que no se debe emprender el viaje a la Frontera Sur de Estados Unidos porque hasta se puede perder la vida. Y en ese contexto es que se tiene que entender la muerte de Goyito, puesto que su deceso resultaba conveniente para reforzar la idea, con hechos concretos, que la migración puede resultar en la muerte de los migrantes.

Por ello no extraña que se haya mentido oficialmente cuando se presentaron los informes sobre la muerte del adolescente guatemalteco, puesto que querían maquillar esa terrible indiferencia que mostraron ante el sufrimiento de alguien que estaba bajo su custodia y cuyo deceso cayó como anillo al dedo para los fines propagandísticos de la Casa Blanca.

Redacción La Hora

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