Francisco Cáceres Barrios
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Un amable oyente del programa Opiniones que conduzco en Emisoras Unidas me hizo un día de estos una pregunta que lamentablemente no le pude contestar a pesar de ser fácil y sencilla. ¿Quién paga los gastos en que está incurriendo el presidente electo doctor Alejandro Giammattei antes de asumir el mando el 14 de enero de 2020? Por ello dije al aire que no sabía la respuesta, que investigaríamos para poder responderle y que sería mejor todavía que alguien dentro de la audiencia nos pudiera informar al respecto. Pues ni una u otra cosa pude obtener y estas son las horas que sigo con la incógnita que nadie me puede responder y que también me motiva a escribir este comentario.
Hace poco los guatemaltecos pudimos ver una fotografía en los medios de comunicación en que aparecía el doctor Giammattei en un estadio de fútbol español presenciando un partido en el que brilló como de costumbre Messi, el seis veces ganador del Balón de Oro. Entonces una persona me hizo la misma pregunta -¿y esos viajes se los paga el presidente electo o de dónde sale el pisto para cubrir el pasaje y la entrada a un palco que seguramente no ha de costar cinco len? De ahí seguramente, surgió la instrucción que mi padre siempre repetía: “Nunca hagas cosas buenas que parezcan malas o viceversa, como que es mejor ser franco y sincero para evitar erróneas interpretaciones que siempre traen inconvenientes consecuencias”.
Y ahora que está de moda hablar de Jacobo Árbenz, recuerdo bien que cuando se supo que había estado en un punto estratégico para observar con anteojos de larga vista “la captura” del entonces Jefe de las Fuerzas Armadas, Coronel Francisco Javier Arana, su opositor político que se encaminaba a ser el candidato para ocupar la dirección del segundo gobierno de la Revolución de Octubre de 1944, todo el mundo se preguntaba ¿fue por casualidad o porque tenía gran interés por saber cuál sería el resultado del episodio que finalmente definió la sucesión presidencial del doctor Juan José Arévalo?
Pero volviendo al tema central de la transparencia, que a mi juicio debe existir invariablemente en el desempeño de cualquier persona que decide participar en la política partidista guatemalteca, no sería nada malo y sí muy constructivo, que el mismo presidente electo o alguno de sus colaboradores respondiera a esa pregunta ¿de dónde salen los recursos para pagar los gastos de viaje del presidente electo? Pero, si la respuesta fuera que ellos los sufragan personas o algunas entidades, también debiera explicarse el por qué, por aquello del refrán que dice que “no hay almuerzo gratis” y si no, que lo diga aquel señor que le costó muy caro atender la invitación de un candidato político presidencial que resultó siendo acusado y confeso en el extranjero de ser cómplice del narcotráfico. Así las cosas, sería bueno empezar el nuevo período presidencial con una cristalina información.