En este Día del Periodista es preciso destacar el deterioro que ha tenido la libertad de expresión en Guatemala en el marco de la polarización generada alrededor del tema de la lucha contra la corrupción, lo que ha llevado a que los defensores del régimen de impunidad ataquen a los periodistas porque los ven como un riesgo para su aspiración de perpetuar un sistema en el que la justicia se aplica selectivamente.
El papel de la prensa, al reportar los hechos criminales y publicar ciertos nombres de los responsables, causó tremendo malestar tanto en círculos del poder político de un Estado capturado como en los círculos del poder económico controlado por quienes capturaron a ese Estado.
Ambos usan sus cuentas fantasma y netcenters para mantener campañas despotricando contra la prensa y los primeros usan todos los medios a su alcance para atacar a la prensa independiente. Los segundos usan su dinero para premiar o castigar a los medios, dependiendo de su nivel de sometimiento. Algunos se vieron al borde de la quiebra y tuvieron que pedir perdón por la osadía de haber dado a conocer a los señalados por el financiamiento electoral ilícito que sirve para asegurar el control de la clase política y ahora empiezan a ver sus pautas crecer poco a poco, mientras que para los que no se someten prevalece la ley de cruz y calavera.
Pero no es la primera ni será la última vez en que se produzcan esas diferencias. Entender el papel de la prensa es una obligación para los periodistas de manera que se pueda preservar el derecho de la gente a estar informada de los hechos tal y como suceden, sin andar tapando los vicios ni a sus principales actores.