Definitivamente al gobierno de Jimmy Morales la lluvia hace que se le venga el cielo encima, no solo por lo que ocurrió con la “megaobra” del Libramiento de Chimaltenango que se apresuraron a inaugurar antes de la Semana Santa y que se derrumbó a punta de aguaceros, sino que también por lo ocurrido ayer cuando el Aeropuerto Internacional La Aurora tuvo que suspender operaciones por el desprendimiento de una capa de asfalto en la pista de aterrizaje, lo que hizo que cientos de pasajeros fueran desviados hacia El Salvador y otros tantos se quedaran varados en el país perdiendo los vuelos que los llevarían al extranjero.
La explicación que dieron las autoridades es que, nuevamente, la lluvia pertinaz es la causante del descalabro porque el agua se introdujo por una ranura en la cinta asfáltica, provocando el desprendimiento. Todos sabemos que así es como se hacen los baches en las calles y carreteras del país, puesto que son esas mínimas fisuras las que hacen que se socave la base del asfalto para que se forme el agujero. Para ello existe una especie de tratamiento preventivo que es la aplicación de sello asfáltico que se debe hacer periódicamente y antes de la temporada de lluvias.
No deja de ser bochornoso para cualquier país que tenga que cerrar operaciones en su principal aeropuerto por una falla como la que ocurrió ayer y que, por fortuna, ha sido subsanada para permitir de nuevo las operaciones normales. Y ocurre justamente cuando el futuro gobierno anuncia que entregará la administración de la Terminal Aérea a la Municipalidad de Guatemala, para sustraerla de las responsabilidades de la Dirección de Aeronáutica que quedará a cargo únicamente de las cuestiones técnicas de la navegación aérea, experimento que habrá que ver cómo resulta tomando en cuenta que la mencionada Municipalidad no puede ni siquiera cumplir con sus obligaciones esenciales en temas como abastecimiento de agua, transporte público, vialidad urbana y tratamiento de los deshechos.
Pero el hecho es que quien quiera que tenga a su cargo la administración de la Terminal Aérea tiene que tomar en cuenta factores críticos que permitan su operación sin interrupciones derivadas de situaciones que debieron ser previstas y que se pudieron evitar simplemente siguiendo procedimientos que podríamos llamar cajoneros.
La lluvia siempre nos acompañará y ojalá tuviéramos inviernos copiosos y regulares que permitieran a los agricultores sembrar y cosechar como deber ser y por lo tanto no puede ser la excusa para justificar que colapsen mamarrachos. Recordemos que la pista de aterrizaje fue asfaltada recientemente y se gastaron varios millones de quetzales en el trabajo que se desarrolló en horarios nocturnos para no afectar el tráfico aéreo, lo cual incrementó los costos que fueron pagados a cambio de un trabajo que debió ser eficiente.
Pero como ocurre con tantas cosas en Guatemala, al parecer no hubo la suficiente supervisión ni existió el cuidado y control para evitar que “fisuritas” permitieran la filtración de agua al punto de provocar el desprendimiento del asfalto.
Aquella expresión de que la lluvia no afecta porque “ni que fuéramos de azúcar”, obviamente no se le puede aplicar al gobierno de Morales.