Félix Loarca Guzmán

post author

Félix Loarca Guzmán

En el curso de los últimos meses varios países de América Latina han sido sacudidos por inesperadas rebeliones populares exigiendo justicia social, mejores salarios y poner freno a la desmedida voracidad del neoliberalismo o etapa salvaje del capitalismo. Se trata del despertar de los pueblos, luego de un largo adormecimiento, en el cual muchos medios de comunicación jugaron un papel de primer orden al diseñar matrices de opinión pública en base a mentiras, omisiones y tergiversaciones de los hechos.

La pobreza, la extendida corrupción, los paros nacionales, las gigantescas movilizaciones sociales, los enfrentamientos con policías y militares, las exigencias de una nueva Constitución como en el caso de Chile, y la pérdida del miedo ante la despiadada represión de la soldadesca, con el saldo de muertos, heridos, y numerosos detenidos, son síntomas de que ha empezado la agonía del capitalismo.

El modo de producción capitalista nació, creció y se desarrolló a costa del trabajo de los asalariados. La hegemonía de los monopolios destruyó la libre competencia, dejando indefensos a los consumidores.

Con gran acierto, el sociólogo Argentino Atilio A. Boron, señala “la naturaleza predatoria y genocida del capitalismo al llevar a la práctica una verdadera eutanasia de los pobres”.

Boron recuerda que Marx decía que, para analizar rigurosamente este modo de producción, es preciso estudiarlo allí donde se presenta en su más prístina expresión, en este caso los países de América Latina.

Hoy se están cumpliendo 7 días de protestas callejeras en contra del impopular presidente de Colombia, Iván Duque, conocido internacionalmente como el “cachorro” del norte, por estar subordinado a los intereses de la dominación imperial.

Los colombianos están reaccionando en forma valiente a las últimas medidas neoliberales de ese gobierno, que incluyen un paquetazo tributario favorable a la clase acomodada y perjudicial para los sectores de menores ingresos, como por ejemplo la disminución del salario mínimo para los jóvenes y un aumento desmedido hasta del 35 por ciento en las tarifas de servicios básicos como la electricidad. Además, el gobierno está promoviendo una reforma al sistema de pensiones orientada a la privatización del régimen de jubilaciones.

Los colombianos también están protestando por los numerosos asesinatos de líderes sociales.

El gobierno de Duque reaccionó imponiendo un toque de queda y la militarización de las calles, así como una fuerte represión contra las manifestaciones, con el saldo de tres muertos y más de 200 heridos.

En Chile se ha cumplido más de un mes de protestas callejeras originadas por el rechazo al aumento de las tarifas del transporte público. En general, el pueblo chileno está exigiendo la renuncia del Presidente derechista Sebastián Piñera, aliado de Washington, una nueva Constitución, así como el cese de la brutal represión militar y policial, y que se detengan las vergonzosas violaciones a los derechos humanos.

Lo que se está viviendo en ese momento en América Latina, es la rebelión de los pueblos en contra del despotismo del modelo neoliberal.

Artículo anteriorUn Presupuesto para el olvido
Artículo siguienteGiammattei tras los pasos de Morales