Gladys Monterroso
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“Y yo pregunto a los economistas políticos, a los moralistas, si han calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la infancia, a la ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir un rico”. Almeida Garrett.
En este país, que sueña aún con que las montañas son verdes, verdes, verdes, que los hombres son de maíz, que la Locha fue una “mala” mujer, que el genocidio no existió, y que las mujeres tenemos las mismas oportunidades que los hombres, no es de extrañar encontrarse con noticias tan angustiosas, como que prolifera la esclavitud infantil, mientras se sigue cerrando los ojos a esta realidad, y que solamente en Quezaltenango, en lo que va terminando el 2019, 7 mujeres han denunciado maltrato por día.
Un país de contrastes, en el que policía ataca a otro policía, mientras los delincuentes comunes hacen de las suyas por las calles, una sociedad en la que se fabrican las más bellas alfombras del globo terráqueo para Semana Santa, mientras la desnutrición infantil se hace cada día más severa, no contamos con escuelas ni maestros, porque un reconocido transero se ha convertido en un dictador dentro del llamado sindicato magisterial.
¿Quién cuida a los niños? Hasta el momento el Estado se ha encontrado ausente, crean centros de apoyo a la niñez y a la juventud, pero los mismos se convierten en escuelas del crimen, mientras las autoridades cierran los ojos, se contrata personal a dedo, para que estos “centros” funcionen.
Los niños tienen derecho a tener como mínimo niñez, sueños e ilusiones, pero ¿Qué ilusiones puede tener un niño o una niña que es explotada físicamente en todos los sentidos? El hecho que hayan “descubierto” que tanto en muchas (Demasiadas) tiendas y tortillerías son explotados no es descubrir el agua azucarada, es una realidad tan evidente como que en el día vemos al sol, y en la noche algunas veces la luna.
Coloquémonos en el corazón de un niño o niña, que es abandonado por sus progenitores, la ausencia total del amor de quienes traen al mundo a un menor, destroza emocional y físicamente, a un corazón sensible como lo es el de un impúber, encontrándose con un panorama de vida tan oscuro, viene cualquier ser desnaturalizado y se aprovecha de su soledad. Vendiendo el cuerpo aún sin desarrollar del futuro de nuestra sociedad.
Quien explota a un niño, tanto esclavizándolo laboralmente como sexualmente, debería ser castigado drásticamente tanto por la ley penal, como por la ley moral, muchos de estos explotadores de niños, tienen a los propios en colegios religiosos, asisten a cualquier iglesia, y dan el diezmo o limosna, mientras su lado oscuro no se inmuta al vender la vida y el futuro de un menor, esclavizándolo por no tener padres o por tener como padres seres irresponsables.
La responsabilidad de la procreación es de dos, la mujer sola (Si no es por medios artificiales, pero esa es otra situación) no puede concebir un niño, para ello hace falta quien engendre a ese niño, la responsabilidad legal y moralmente es compartida, sin embargo el nuevo sistema familiar es madre e hijos, y en muchos casos también padre e hijos, la familia tradicional dio paso a un nuevo tipo de familia, desligándose irresponsablemente uno de los padres de alguien que no pidió venir al mundo, que si está acá es porque dos irresponsables se dejaron llevar por sus instintos sin tomar precauciones.
En una sociedad en la que existen variedad de métodos anticonceptivos, naturales y químicos, traer a sufrir a un ser humano, no es moral ni humano, pero aprovecharse de la situación de indefensión de un menor, debe ser considerado un crimen de lesa humanidad, porque si algo no regresa en la vida es la inocencia de la niñez, y robarse esa parte de la vida de un ser humano debe ser castigado drásticamente tanto por la justicia (Si existe para ellos), como por la condena moral de la sociedad en general, si algo de humanidad queda aún en esta sociedad cada vez más deshumanizada.