Raymond Wennier

raymondwennier@yahoo.com

Estadounidense residente en Guatemala hace 46 años. Maestría en Administración Educativa, Memphis State University, Memphis, TN. Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colegiado activo 410. Trabajo: En áreas urbana y rural guatemaltecas. Consultor Educativo. Docencia y Administración Educativa. Publicaciones: Alrededor de 600 artículos sobre temas educativos de 1,980 a la fecha. Autor del libro "Liderazgo, una nueva conceptualización", 1987.

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Raymond J. Wennier
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Nos acercamos al tiempo en el que preparamos la llegada de Dios. Esperamos el nacimiento del Niño Dios “engendrado, no hecho, de la misma naturaleza del Padre por quien todo fue hecho. Dios de Dios, Luz de Luz”.

Nuestros corazones empiezan a albergar la esperanza de un tiempo de paz. “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres que aman al Señor”, cantaron los ángeles en Belén de Judá. Pedimos un “respiro”, que los hombres, vean y escuchen al Príncipe de Paz.

Tal es el mensaje que trae el Niño Dios, paz, armonía, gratitud, hermandad, equidad y justicia.

Valores que pareciera que la mayoría de hombres en el mundo, ha olvidado. ¿Existe por lo menos uno de estos valores en las acciones violentas que están sucediendo, sin ir más lejos en Nicaragua y en Chile donde, como apunta Gonzalo Asturias hoy en su columna, se cometen actos sacrílegos contra templos, imágenes y sacerdotes católicos?

Adviento de paz… cuántos guatemaltecos recibiremos esta buena nueva cuando la violencia es incontrolable, cuando clamamos por justicia y nos engañan con procesos viciados que premian a los culpables y castigan inocentes.

El mundo está conducido, con raras excepciones, por líderes materialistas, sin valores y principios que busquen el bienestar de los pueblos, apartados de todo temor a Dios. Más grave es ver las acciones del hombre en general. Si tenemos este tipo de líderes, es porque pueblos enteros no escucharon voces conscientes que advertían los peligros y prefirieron escuchar los cantos de sirena que nos llevaron a alta mar sin salvavidas.

Me refiero al hombre que ha llegado a posiciones de mando y de poder de la mano de las fuerzas del mal, de aquel que dice que no ha robado “un centavo” pero que ha malversado miles o millones, de aquel que ha permitido que sus cuarenta ladrones llenen las cuevas, de aquel que ha sobornado y se ha aprovechado de la necesidad ajena para forzarlo a ser su cómplice. Como dijo el gimnasta Vega, si la justicia humana no llega a juzgarlo y condenarlo, de la Divina no se escapa.

Adviento… principia el primero de diciembre. Dios hecho hombre, el Niño Jesús nos invita a que reflexionemos, a que busquemos la paz, la concordia, la armonía. Eso no será posible sin que la justicia persiga, encuentre, juzgue y castigue los delitos del ombre (sin h) contra el hombre.

Adviento… ¿Cantaremos la Noche de Paz en Guatemala? ¿Cuántas consciencias hablarán al oído de nuestros “gobernantes” actuales y de los entrantes?

Un instante, lapso de tiempo no medible pienso, es suficiente para cambiar una vida para bien o para mal. El camino del buen actuar no es fácil, demanda moral, sacrificios y ser congruente con lo que se dice y lo que se hace. Al final está la luz, lo espera San Miguel Arcángel, el Comandante en Jefe de los Ejércitos del Supremo Juez. El camino del mal actuar es ancho, pero ojo, se va estrechando y termina en un precipicio en el que al fondo está Lucifer, Satanás, el Ángel caído. Usted decide qué camino recorrer. Yo le recuerdo que tiene un chance más de poner en orden sus asuntos ante el Niño Dios que nos ofrece este tiempo de Adviento.

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