Arlena Cifuentes
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“Los creyentes estamos llamados a ser la ‘sal de la tierra’, y el principal propósito de la sal es evitar que las cosas se corrompan.” Responsabilidad Social y Política del Cristiano.

Hace unos días escuché en un círculo integrado por católicos, el comentario acerca de que la oración de los bolivianos había dado frutos y que debido al fervor del pueblo Evo Morales había renunciado. Como siempre lo hago, estoy consciente, mis palabras causan desagrado –a lo cual no le temo si le temo a ser irresponsable y faltar a mis principios cristianos– y en otras oportunidades, son espinas que se insertan en quienes se resisten a aceptar la realidad, lo que me da la fuerza para continuar en el intento de provocar un mínimo despertar en conciencias dormidas o en letargo. En esta oportunidad, opiné que no podíamos darle todo el beneficio al “poder de la oración” ya que los bolivianos en la oposición se volcaron a las calles, manifestaron su descontento y rechazo en contra de la ambición de Morales de querer postergarse en el poder de manera fraudulenta, a cualquier costo; una crisis política en donde las fuerzas militares y policiales, así como el pueblo se unieron.

Indiscutiblemente la oración es poderosa. Para Santa Teresa de Jesús la “oración es un impulso del corazón, un grito de reconocimiento y de amor”. El Papa Francisco dice “¡Es la oración la que mantiene la fe, sin la oración la fe se tambalea!”. Es decir, los bolivianos además de la oración cumplieron con la parte que les correspondía y que es lo que Dios espera de nosotros: accionar, tomar conciencia, asumir responsabilidad. Dejarle todo a Dios, lo que no hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer es irresponsable; es hacer la de Pilatos lavándonos las manos y continuar quejándonos, criticando y señalando lo que no nos gusta, lo cual es inaceptable ante Dios, ante el prójimo y ante la “patria”, el golpe al pecho no es suficiente.

No hay diferencia entre el cristiano light de hoy que sobreabunda y alguien que profesa cualquier otra fe o que no profesa ninguna. Hacernos conscientes de la realidad en la que vivimos más allá de nuestra zona de confort es imperativo. Hoy más que nunca no se puede amar al prójimo si no somos capaces de comprender su necesidad, su dolor, su circunstancia y de dónde deviene su desgracia y esto no se soluciona únicamente con la oración permaneciendo cruzados de brazos.

Es aterrador como utilizamos distintos mecanismos para SILENCIAR nuestra conciencia –quisiera creer que la tenemos– el que aún no lleguemos a vivir situaciones como la de Chile o Bolivia no significa que lo que a diario vivimos tenga menores implicaciones. Solo abonamos el camino.

Vivimos una calma chicha dejando pasar todo, haciendo oídos sordos, ojos que no ven, oídos que no escuchan: lo que actualmente se sucede en el “Congreso” aprueban y desaprueban lo que les beneficia y cobija sus actos de corrupción con el mayor cinismo, asumen funciones que no les corresponden; confabulan con los nombramientos en las “cortes”, todo acomodado para su propio beneficio. Se recorta el presupuesto de Salud mientras se ha despilfarrado el dinero pagando la obra magistral realizada en Chimaltenango y que aún implica enormes erogaciones, y permanecemos inertes en SILENCIO. Me pregunto, ¿tenemos autoridad moral los cristianos? Podemos dejar toda esta iniquidad a la oración y pedirle a Dios que nos arregle todo lo que estamos permitiendo que suceda. Dios no tiene porqué cargar con las consecuencias de nuestra permisividad. Cuando usted accione y le duela el alma al tomar conciencia de la realidad, entonces empiece a orar con fervor. No pretenda dejarle a Dios lo que a usted y a mí nos corresponde.

 

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