Por Rolando Alfaro Arellano
Desde hace varias semanas se ha escuchado el ofrecimiento de las nuevas autoridades por asumir funciones en el próximo período presidencial. Ello ha causado interés en los buenos guatemaltecos que son del criterio que resulta urgente crear un nuevo órgano legislativo para investigar, estudiar y decidir sobre las nuevas iniciativas de ley para mejorar la legislación nacional.
Por otra parte, diversas clases sociales en las últimas décadas han protestado por algunas normativas que estiman improcedentes, sin embargo, no del todo tienen razón, ya que los motivos pueden ser infundados y llegan hasta la incriminación o envidia de los nuevos legisladores.
En consecuencia, como sucede en otros países que deseen mejorar su especialidad, se inclinan por aprobar dos cámaras parlamentarias en las que inicialmente las referidas iniciativas son formalmente discutidas y aprobadas. Ello, además, evita malos entendidos, criticas injustificables e ignorancia de muchas personas.
Además, si he mencionado el Consejo de Estado, es porque funcionó bien, pero lamentablemente, se cometieron errores como el de elegir para dirigir tal órgano parlamentario, al segundo de a bordo de la Presidencia, dándose lugar a una serie de inconvenientes para el buen cumplimiento del mismo.
De lo anterior, se podría asumir que los puestos públicos no son para pasear, distraerse, o ignorar correctamente el buen manejo de la administración pública.
Si lo anteriormente escrito es y ha sido parte de la problemática del buen desarrollo político y social de la República de Guatemala, resulta por la grave irresponsabilidad de muchos entes al nombrar socios para trabajar en los puestos públicos, pero sin tomar en cuenta que muchísimos de esos servidores carecen de educación cívica y de formación de los estudios pertinentes para tal función.
En consecuencia, vienen los reclamos, inconformidades de una población que está ávida que nuestro país progrese civilizadamente en lugar de quedarse estancados como hasta la fecha viene sucediendo.
Si nuestro querido país, sigue siendo descuidado como hasta la fecha, no nos quejemos que la crisis moral, social y material continúe por no conocer lo que en verdad deberían estar trabajando los funcionarios públicos electos por los engañados connacionales.
Los ejemplos sobran, pero si queremos que nuestras generaciones sigan ignorando sus derechos cívicos, su patriotismo, su propia formación académica y cívica, pues que siga la fiesta. Agregándole, a tales males los pocos avances que se han hecho para mejorar al país y nunca olvidar las buenas intenciones de guatemaltecos bien educados que sus obras educativas, científicas, cívicas y deportivas están a la vista de los pobladores que, en verdad, quieren a la patria que les vio nacer. POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS.