Por JOE McDONALD
BEIJING
Agencia (AP)
Se están vendiendo pocas casas y el agente de bienes raíces Zhang Yonggang se ajusta el cinturón, alimentando una contracción en la demanda que representa una amenaza al crecimiento económico de China más grave que la guerra comercial con Washington.
Zhang, quien trabaja en la ciudad de Taiyuan, en el centro del país, dice que su agencia no vendió viviendas el mes pasado después de que el gobierno restringiese los préstamos hipotecarios en julio para controlar los costos de las propiedades y el endeudamiento. Zhang, de 42 años, casado y con un hijo adolescente, dijo que está ganando la mitad de lo que ganaba hace un año.
“No tengo dinero para comprar una casa ni pienso cambiar de automóvil”, expresó Zhang. “Estos son los momentos más duros que me ha tocado vivir”.
Los líderes comunistas apuestan al consumo interno para impulsar la economía china, sin que dependa tanto del comercio y la inversión. Pero los consumidores, alarmados por la guerra comercial y la posible pérdida de trabajos, ya no invierten tanto en automóviles, propiedades y otros gastos grandes.
El crecimiento económico es de tan solo un 6%, el nivel más bajo en tres décadas. Es más alto que en la mayoría de los países, pero no lo suficiente para empresas chinas que deben pagar deudas.
La actividad industrial, sobre todo, se contrajo más de lo esperado en octubre, según cifras de la Federación China de Logística y Compras. Analistas estiman que un repunte del mes previo no marcó el comienzo de una recuperación.
La desaceleración de la economía china causa alarma en todo el mundo.
Empresas como Apple y Tiffany dicen que sus ventas bajaron en China porque consumidores y turistas están gastando menos. También bajó la demanda china de mineral de hierro, cobre y otros productos básicos, haciendo bajar los precios mundiales.
Los líderes comunistas expresan esperanzas en que China puede sobrevivir a los aumentos en las tarifas a las importaciones chinas dispuestos por el presidente estadounidense Donald Trump.
el comité central del Partido Comunista expresó su apoyo a la empresa privada en una economía dominada por las industrias estatales y no dio indicio alguno de que planee modificar la estrategia económica.
Pero nadie oculta la preocupación por una baja en la demanda y en otras actividades domésticas.
El premier Li Kequiang, principal funcionario económico, dijo a líderes locales la semana pasada que había que combatir “las presiones negativas” sobre la economía y “asegurarse de que se cumplen los objetivos para este año”.
Reconoció que “mucha gente está sufriendo por la disminución de la demanda interna”. Habló durante un encuentro con gobernadores provinciales, según un comunicado oficial.
Beijing insiste en alentar una economía que se autoabastezca, impulsada por el consumidor, en lugar de recurrir a estímulos, que generalmente se traducen en gastos en la construcción financiados con préstamos bancarios.
“China está dispuesta a aceptar un crecimiento más bajo, pero hasta cierto punto”, opinó Rory Green, de TS Lombard, en un informe. Si se acelera la pérdida de empleos, “por supuesto que Beijing tendrá que intervenir con un paquete de estímulos grande”, pronosticó.
Las tarifas de Trump sobre miles de millones de dólares en productos chinos se hacen sentir en los exportadores, pero su impacto en el resto de la economía no fue tan grande como algunos esperaban.
Y la actividad comercial es más sólida que la anticipada. Si bien los envíos a Estados Unidos cayeron casi un 11% en los primeros nueve meses del 2019, las exportaciones en general bajaron apenas un 0,1%.
Las presiones le generan un dilema a Anna Li, de 28 años, empleada de una firma de informática de Beijing que planea comprar un departamento. Primero, sin embargo, quiere conseguir otro empleo. Lo busca desde hace un año, sin éxito ya que las empresas no están contratando.
“Planeaba comprar un departamento el año que viene, pero todo dependerá de que consiga otro trabajo”, manifestó.
El Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento anual del 6,1% este año, comparado con el 6,6% del año pasado y apenas por encima del mínimo tolerado por el gobierno, que es del 6%. El pronóstico del FMI para el año que viene es del 5,8%.
Algunos analistas cuestionan estas cifras y dicen que el crecimiento real es de alrededor del 3%.
Para Yingyao Hu y Jiaxiong Yao, de la Universidad John Hopkins, la actividad económica puede ser un 21% menor que la que reflejan las estadísticas oficiales.