Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
La Fiscalía de Nueva York liberó documentos relacionados al caso de Mario Estrada, y tal acción permitió corroborar lo que ya se había dicho aquí en Guatemala, en el sentido que la exfiscal general, Thelma Aldana, era uno de los objetos del excandidato presidencial de la UCN y ahora capturado por acusaciones relacionadas al narcotráfico.
Y siendo Aldana una persona odiada por aquellos a los que les inició causas penales, unas en conjunto con la CICIG por medio de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) y otras por medio de casos llevados por distintas fiscalías del Ministerio Público (MP), no dejará de ser “peculiar” para algunos saber que comparten sentimientos con alguien como Estrada.
Y es que las intenciones que Estrada tenía contra Aldana son emblemáticas porque nos dan una sensación de las adversidades que enfrenten los operadores de justicia, investigadores, peritos, fiscales, jueces y magistrados que no han decidido aliarse a la operación paralela de la justicia.
Siempre entendí que parte de la molestia en contra de Aldana surgió porque al nombrarla pensaron que tendrían la tranquilidad que algunos gozan el día de hoy y el verla en primera fila en el caso de La Línea fue motivo de sorpresa y enojo porque entendieron que iba a ser desde el bando de la justicia en donde iba a operar el MP.
Por razones como esta es que no hay que echar en saco roto la fijación que tienen contra la jueza Erika Aifán, contra el fiscal Juan Francisco Sandoval y otros miembros de la FECI y los magistrados Boanerge Mejía, Rafael de Mata Vela y Gloria Porras.
Ellos son las caras más visibles, pero en Guatemala hay un verdadero esfuerzo por atacar la independencia de los operadores de justicia, para hacerles la vida a palitos, para cuadricularlos de una manera que se les quiten las ganas de cualquier compromiso con la justicia.
Dentro de ese marco hay que entender la fallida elección de cortes y magistrados. Derivado que la impunidad era el Estado que buscaban, no cumplieron con las formas muy confiados de que era tal la marea de impunidad y el poder de los nadadores que en ella se ejercitaban, que no iba a haber fuerza suficiente de detener lo ya pactado y se relamían los bigotes porque estimaban que todo estaba cocinado.
Se fueron tan “de boca” que encendieron las alarmas porque una de las operaciones que se estaba dando en la elección de magistrados permitía suponer que las mismas extradiciones por temas de narcotráfico estaban en riesgo y eso les paró a algunos el pelo, agravando las preocupaciones que existían alrededor del proceso.
Hoy Estrada es la cara visible de los enemigos de Aldana y me imagino que algunos querrán seguir con sus venganzas lo más alejado posible de la sombra del mandamás de la UCN, pero no será fácil desmarcarse.
Lo mejor es dejar de pensar en venganzas, en cómo quitar a Aifán, Sandoval y “fregar a la FECI” y de cómo encarcelar o destronar a los magistrados Mejía, De Mata y Porras para empezar a pensar en cómo construir un país diferente. Así como les molesta que los operadores del Congreso que tanto aman cuando les ofrecen impunidad, hayan impedido una autopista, les debe molestar el manoseo a la justicia que nos impide lograr un crecimiento económico sostenido que nos ayude a cerrar las brechas.