Jorge Morales Toj
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De las más de 100 mil familias campesinas (y más de 500 mil personas) favorecidas con la reforma agraria impulsada por el gobierno revolucionario del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, mi abuelo Rufino Toj fue uno de los beneficiarios y recibió una parcela en la costa sur de Guatemala.
Mi abuela Francisca Medrano (esposa de mi abuelo Rufino Toj), me contó hace algunos años, que la época de la Revolución de 1944, los pueblos indígenas vivían en una situación de pobreza extrema y muchos fueron sometidos a trabajos forzados y muchas veces fueron encarcelados al negarse a desarrollar trabajos forzados. Ante tal situación, centenares de quichelenses, con vocación comercial, comenzaron a desarrollar labores de comercio informal en cualquier rincón de la patria y mi abuelo Rufino Toj desarrolló labores de comercio fuera de su natal Santa Cruz del Quiché.
En esa época, previa a la Revolución de 1944 en Santa Cruz del Quiché, existían unos prestamistas de origen español, quienes tenían una estrategia de acaparamiento de tierras, daban préstamos con altas tasas de interés a personas indígenas a cambio de hipotecar sus propiedades. Ante las altas tasas de interés, muchas personas se vieron imposibilitadas de pagar los préstamos y los mestizos con la complacencia de las autoridades, prácticamente despojaban de sus tierras a muchas personas de origen indígena.
Cuando llega la Revolución de 1944 la expectativa y la esperanza de la gente campesina fue creciendo, debido al anuncio del gobierno de Jacobo Árbenz que impulsaría una reforma agraria y distribuía tierras para los campesinos. Para la implementación del decreto 900, se constituyeron Comités Agrarios Locales y Comités Agrarios Departamentales, que contaron con la participación de organizaciones campesinas, de trabajadores, de terratenientes, municipalidades y de los gobernadores. Estos comités tenían la función de denunciar tierras ociosas y de apoyar las gestiones de los campesinos para ser beneficiados con la reforma agraria.
Las organizaciones campesinas y los comités agrarios locales comenzaron a identificar a campesinos pobres necesitados de tierra y así fue como mi abuelo Rufino Toj, fue beneficiado con una parcela en la Costa Sur según cuenta mi abuela Francisca. Ese acontecimiento marcó un grado de ilusión y esperanzas para una vida mejor de mis abuelos.
En aquella época, mi abuela Francisca tenía un puesto de ventas de artículos de consumo diario en el mercado de la placita quemada (por la 18 calle de la zona 1 de la ciudad de Guatemala). Ella me contó que cuando comenzó la contrarrevolución, se escuchaban varios mensajes en la radio y que varios aviones sobrevolaron la ciudad capital y tiraron volantes con mensajes en contra de la revolución, asimismo, pasaban ametrallando la ciudad y lanzaban algunas bombas. El sobrevuelo permanente de aviones y los ataques generó terror colectivo en la población y en días posteriores fue derrocado Jacobo Árbenz.
Con el derrocamiento de Jacobo Árbenz se esfumó la alegría de mis abuelos y las tierras que les fueron otorgadas con el decreto 900, fueron confiscadas por el gobierno de la contrarrevolución de Castillo Armas. Ellos siguieron en la pobreza y sin posibilidad de afianzar su desarrollo económico, regresaron a su natal Santa Cruz del Quiché a su economía de subsistencia.