Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Desapareció sin más… Como un puño al abrir la mano”. Dashiell Hammett.
Hace algunos días, apareció la noticia en los diferentes medios de comunicación, sobre la desaparición de al menos cuatro mujeres diariamente, según reportes del MP, la edad fatal para las jóvenes estriba entre 21 y 30 años que son las edades de las que más desaparecen.
¿Cómo percibimos el impacto de la desaparición de una joven de esas edades? Se cuenta con datos sobre la cantidad de mujeres desaparecidas desde que se instituyó la alerta Isabel-Claudina, en el 2018, gracias a la creación de este mecanismo, hoy podemos saber la situación tan complicada que han debido afrontar las desaparecidas, y el viacrucis que han de haber vivido, y siguen viviendo sus familiares y amigos, que no debe ser un consuelo, pero si una alerta para establecer mecanismos para prevenir, y posteriormente atacar el problema que de por sí es bastante grave.
Nuestro presente y futuro es la juventud, por lo que, después de conocer en blanco y negro la grave situación de nuestras jóvenes, es un deber exigir Políticas de Estado para atacar este flagelo, las mujeres de cualquier edad, somos seres humanos, sentimos, sufrimos, amamos y somos sujetos de derechos, más aún, si se trata de jóvenes que se encuentran en la flor de la vida, pero desafortunadamente, repito, no existen políticas de corto, mediano, y largo plazo para proteger a quienes dan vida.
De acuerdo a la información recabada, “las mujeres entre 18 a 20 años le siguen por cantidad de casos, y en tercer lugar están las de 31 a 40 años”, lo que significa que las mujeres se encuentran en peligro, desde que nacen hasta que mueren, pero entran a la alerta de peligro desde que llegan a los 18 años, y disminuye un poco el peligro, después de los 40, lo que, traducido a la vida de un ser humano, las mujeres se convierten en víctimas en la mejor etapa de su vida.
El nombre de la alerta Isabel-Claudina surge como consecuencia de la desaparición de María Isabel Veliz Franco, quien fue asesinada, además de violada a la edad de apenas quince años de edad, y cuya familia tuvo que esperar 72 horas para que iniciara su búsqueda, cuando ya nada se podía hacer por ella.
El caso de Claudina Velásquez es desafortunadamente parecido, contaba con apenas 19 años, cuando salió de su casa en agosto de 2005 hacia la Usac, posteriormente por la noche avisó que estaba en una fiesta y no se supo más de ella, hasta que apareció su cadáver, sin que las autoridades tomaran inmediatamente cartas en el asunto.
Los dos casos, como muchos más tienen en común, que, derivado de los protocolos seguidos por las autoridades, aunque se denunciara el caso no se podía investigar hasta pasadas las 24 fatales horas, en las que lo más probable era que las víctimas ya no estuvieran con vida.
La Alerta Isabel-Claudina ha sido un mínimo avance para la protección de la mujer como ser humano, porque ha desnudado la realidad detrás de la desaparición de las mujeres, este instrumento es un indicativo de la vulnerabilidad y falta de libertad de la mujer en general.
Pero no es una respuesta a la problemática, porque no se ha evitado que sigan despareciendo como luciérnagas que se apagan sin que existan políticas para evitar que esto suceda.
Es una opinión personal que debemos exigir a las nuevas autoridades, políticas públicas de publicidad, prevención, y ataque a fenómenos de desaparición de mujeres de diferentes edades, estratos culturales y económicos de la sociedad guatemalteca.
No se puede cerrar los ojos a una realidad, las mujeres somos seres humanos, que aportamos a la sociedad guatemalteca desde diferentes estamentos.
De acuerdo a la ONU se entienden como crímenes de lesa humanidad entre otros, los asesinatos, torturas, violaciones, prostitución forzada, o violencia sexual, y otros actos inhumanos que atenten contra la integridad de las personas.
Exigimos por lo anteriormente expuesto, que se creen políticas de Estado para atacar el flagelo antes expuesto.