POR DEB RIECHMANN/AP
WASHINGTON
La investigación de juicio político y el actual caos en Siria tienen un común denominador: la improvisación del presidente Donald Trump en política exterior.
La decisión del mandatario de solicitarle a Ucrania investigar a un rival político propició que los demócratas en la Cámara de Representantes emprendieran la investigación que podría derivar en un juicio político y los detractores del mandatario equiparan su abrupta determinación de retirar a las fuerzas estadounidenses del norte de Siria con arrojar un cerillo encendido en un barril de pólvora.
Ambas medidas reflejan una creciente confianza de Trump por hacer más caso de su intuición por encima de sus asesores en política exterior y seguridad nacional, lo que ha puesto nerviosos a aliados y envalentonado a enemigos de Estados Unidos. Donde Trump considera atractivo para los electores oponerse al estamento de la política exterior convencional con vistas a los comicios del año entrante, sus detractores ven a un mandatario que apuesta con la seguridad nacional y anulando el valor de la palabra de Estados Unidos en el escenario global
Como reacción, Trump ha presentado una obstinada resistencia pese a las críticas bipartidistas en ambos casos.
El mandatario asegura que no hizo nada malo en su interacción telefónica del 25 de julio con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy -en la cual se centra la pesquisa para iniciar el proceso de destitución- una conversación que sonó las alarmas en todo el aparato de la política exterior.
En la llamada, Trump solicitó a Zelenskiy que investigara a una compañía vinculada con Hunter Biden, hijo de su rival político Joe Biden, y examinara la propia implicación de Ucrania en los comicios presidenciales estadounidenses de 2016. Colaboradores de Trump expresaron su preocupación de que el mandatario estuviera haciendo mal uso de su autoridad presidencial cuando hizo esa petición y los abogados de la Casa Blanca ordenaron guardar el memorando que documenta la llamada en una red informática utilizada típicamente para operaciones encubiertas a fin de mantenerlo en secreto.
Sobre Siria, Trump insiste en que entiende la situación “mejor que la mayoría”. Afirma que Estados Unidos no debe ser el policía del mundo, aunque reconoció el fin de semana que “ahora estoy más o menos sólo” en cuanto a su decisión de retirar a las fuerzas estadounidenses del norte de Siria.
Efectivamente, la Cámara de Representantes asestó ayer a Trump un revés bipartidista y abrumador cuando condenó por votación de 354-60 la decisión de sacar a los efectivos estadounidenses.
El mandatario adopta una postura contraria en sus políticas, según expertos en política exterior.
En lugar de escuchar a sus asesores y después tomar una decisión, Trump hace lo contrario.
En el caso de Siria, Trump conversó por teléfono con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y le advirtió que no fuera a lanzar una ofensiva contra las fuerzas kurdas. Turquía considera terroristas a los kurdos, que fueron aliados de Estados Unidos en el campo de batalla en su guerra contra el grupo Estado Islámico.
Después de advertir a Erdogan que aplicaría sanciones económicas, Trump anunció que retiraría a las fuerzas estadounidenses de Siria. Los kurdos se sintieron abandonados. Los combatientes del Estado Islámico, que los kurdos vigilaban, escaparon. Irán y Rusia vieron una luz verde para aumentar su influencia en la región.
“Es la debacle completa”, declaró Mark Dubowitz, quien ha sido asesor en política exterior estadounidense para los gobiernos de Bush, Obama y Trump, y para legisladores estadounidenses.
“Sigue haciendo lo mismo, tomando decisiones sin consultar a sus asesores, y después los demás tienen que maniobrar rápidamente para mitigar los daños”, declaró Dubowitz.