Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com.

A 527 años de que el 12 de octubre de 1492 iniciara el genocidio más grande registrado en la historia de la humanidad, el levantamiento de los pueblos originarios de Ecuador nos devuelve no sólo esperanza sino principalmente vida y dignidad. Una dignidad que no ha podido ser comprada ni pisoteada por quienes han buscado desde la invasión colonial someternos como esclavos, como sus sirvientes. Temblamos de emoción junto con la tierra que registra sus pasos firmes al entrar a la ciudad de Quito, que les fue arrebatada como se nos arrebata la tierra a millones de indios hasta hoy. No lograron matarnos, no nos exterminaron, estamos acá y somos millones.

Durante estos 527 años, cientos de culturas fueron desaparecidas, miles han sido obligados a desplazarse, nuestros territorios han sido saqueados, nuestras lideresas y líderes siguen siendo perseguidos, encarcelados o asesinados; nos siguen registrando en la historia oficial de nuestros países como derrotados, nos siguen llamando atrasados e ignorantes, nos culpan de ser un obstáculo al “desarrollo” que sigue siendo más de lo mismo que vino con la Colonia: muerte, destrucción, violencia y exterminio.

El oro de hoy es el aceite de palma, el níquel, el petróleo, el etanol, los minerales, el azúcar; todos estos son extraídos de nuestros territorios por los Estados maniobrados por las oligarquías locales y extranjeras, para quienes se crean las leyes que hacen legal el despojo y la criminalización en contra de nuestros pueblos. Nos quieren seguir dando espejitos a cambio de nuestra dignidad; los espejos de hoy son las ventanillas de pueblos indígenas que el Estado habilita mientras su naturaleza sigue siendo genocida, son las “ayudas” internacionales de países colonizadores que financian nuestras ONG mientras que al mismo tiempo son inversionistas de los megaproyectos (hidroeléctricas, minerías y otros) que vienen a instalar a la fuerza en nuestras comunidades.

Hemos sido colonia de los españoles, de los ingleses, de los franceses, de los alemanes y ahora de los gringos. Estados Unidos es el gran colonizador y los presidentes de nuestros países están para servirle. La colonización no ha terminado y ha desplegado a sus agentes el FMI, el BID, el BCIE, la USAID y otros para tenernos dominados. Los colonizadores no se fueron, no se han ido, ahora se hacen llamar «cooperación internacional».

Está a punto de amanecer, de que despertemos de esa larga noche de los quinientos años. Los pueblos están levantados en todas partes del mundo. Ya no nos tragamos el cuento que desde adentro del sistema es donde se deben provocar los cambios, porque el problema es el sistema mismo, que es racista, desigual, injusto, genocida. La corrupción es una herencia colonial que hoy es característica de los Estados colonizados. El empobrecimiento es masivo y está matando no sólo a los pueblos originarios sino también a los ladinos, por esto es que el racismo es funcional para el sistema para que no nos encontremos.

Estamos vivas, estamos vivos. Honramos la vida de nuestros ancestros con nuestra lucha por una verdadera autonomía.

Artículo anteriorMercaderes y piratas
Artículo siguienteLas democracias incipientes tienen que ser alimentadas, pero en Guatemala es abusada