Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

post author

Por Jorge Santos

Estos últimos meses han sido especialmente duros para quienes desde una posición ética, honesta, íntegra y apegada al Estado de Derecho, realizan su labor como funcionarias y funcionarios de nuestro Sistema de Justicia. Me refiero a magistradas de la Corte Suprema de Justicia como Delia Dávila, María Eugenia Morales, a las juezas Erika Aifán, Yassmin Barrios, Sara Yoc o los jueces Miguel Ángel Gálvez, Giovani Ruano, Pablo Xitumul y otros o bien a magistrados de la Corte de Constitucionalidad Francisco de Mata Vela, Bonerge Mejía o la magistrada Gloria Porras. Pero también el magistrado de conciencia Jordán Rodas y por supuesto las y los fiscales del Ministerio Público, en particular la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, son entre otros a quienes les debemos que este Sistema no este tirado por la borda, beneficiando criminales y delincuentes.

Y es que la Alianza Criminal que compone el Pacto de Corruptos se ha tirado cual animal arrinconado al cuello, su pretensión y objetivo es el de eliminar cualquier atisbo de justicia y de lucha contra la corrupción. Diputados y diputadas que aprueban una Comisión ilegal que “investigará” las actuaciones de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y a todas aquellas personas u organizaciones que hayan colaborado con esta, serán sometidos ilegalmente a investigación, que no les compete. O bien un diputado, que ha sido famoso por incapaz, corrupto e ineficiente en su labor parlamentaria, prometiendo que no descansará hasta ver destituido al Defensor del Pueblo o bien las acciones de decrépitos exfuncionarios, supuestos dignatarios de la Nación arremetiendo contra tres magistrados del Tribunal Constitucional.

Pero un hecho a todas luces demostrativo, del nivel al que están dispuestos a llegar esta caterva de delincuentes, son las agresiones cometidas contra la jueza Erika Aifán del Tribunal de Mayor Riesgo D. Prácticamente infiltraron o bien cooptaron y compraron al personal de dicha judicatura para sustraer información y vigilar, espiar y hasta grabar a dicha jueza. El único objetivo dañar, imponer una tela de duda sobre los casos que lleva dicha judicatura. Poner en mal a la jueza que lleva casos de Alto Impacto, como el de Financiamiento Electoral a FCN-Nación, en el cual están siendo procesados penalmente miembros de los 8 grupos económicos, más grandes y poderosos del país. Este y otros casos son sin duda alguna la causa de los permanente ataques a la honorable jueza.

Es por ello que la Justicia debe ser vista como un atributo, que no depende exclusivamente de la persona individual, sino más bien está supeditada a la obligación del juez de dictar justicia en base a la conciencia, que le marca la institucionalidad y legalidad. Al marcar estos dos atributos, el marco legal, la fortaleza institucional con la obligación consciente de dictar justicia, no estaríamos sometiendo a agresiones contra los pocos funcionarios honestos que quedan, en la medida que lo que tendríamos es una sociedad donde la justicia, la equidad y lucha contra la corrupción serían bien preciadas.

Artículo anteriorAbusos y vanidades
Artículo siguientePunto de partida para la renovación revolucionaria