La estrategia de defensa de Donald Trump ante la investigación que realiza la Cámara de Representantes en el juicio político en su contra por posible abuso de poder para beneficio personal, luego de que pidió al Presidente de Ucrania que investigue al hijo de Joe Biden quien es uno de los posibles candidatos demócratas para el próximo año, se centra en que Trump pidió esa investigación porque él es enemigo de la corrupción en cualquier lugar del mundo. Ayer el mismo Trump dijo que también el gobierno de China tiene que investigar a Hunter Biden, precisamente cuando respondía a preguntas sobre las reuniones que deberán tener con los chinos en próximos días para discutir el tema de la guerra comercial, lo que suena a extorsión.

Es obvio que el Presidente de Estados Unidos ha usado su poder para presionar a otros gobiernos a fin de que hagan investigaciones en contra de quien se perfila como su posible rival y el argumento de que lo hace porque él detesta la corrupción es quizá el único que tendría algo de valor si realmente fuera cierto y su vida estuviera marcada por una serie de hechos paradigmáticos en los que él mismo se definió y actuó como enemigo de cualquier práctica corrupta, cosa que muchos de sus adversarios y de la prensa, esa que él afirma que propaga noticias falsas, se niegan a aceptar porque tienen indicios en contrario.

Desde el punto de vista de la experiencia en un país pequeño como el nuestro, es obvio que el argumento de Trump es absolutamente falso. Su Gobierno fue el factor principal, realmente el decisivo, en el esfuerzo del corrupto Gobierno de este país para eliminar la lucha contra la corrupción y todo lo hizo a cambio del favor político que le hizo Morales trasladando la Embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Se debe reconocer que la idea fue brillante, aunque no fue producto de la Cancillería ni de la Presidencia, pero la mente que planificó cómo se podían ganar el apoyo de Trump para que avalara el manotazo contra la CICIG, realmente logró su objetivo y facilitó que se abortara no solo el esfuerzo contra el saqueo de los fondos públicos, sino en contra de la impunidad que nos ha caracterizado.

Si Trump realmente fuera un enemigo de la corrupción no andaría en amores con Morales y Juan Orlando Hernández. Lo que pasa es que es un hombre acostumbrado a utilizar a cualquiera para lograr sus fines y por ello no le importa con quién se termina relacionando, siempre y cuando pueda ser útil en alguno de sus propósitos. La migración es tema central de su campaña y los acuerdos de Tercer País Seguro que han firmado Guatemala, Honduras y El Salvador le sirven para tal fin, por lo que poco importa si quienes dirigen alguno de esos países tienen vínculos con los narcotraficantes, de quienes reciben dinero o con quienes comen gallina.

El futuro del juicio político a Trump es incierto, sobre todo porque es tipo teflón y todo le ha resbalado a lo largo de su vida. Pero el argumento de que pidió acciones contra Biden porque es enemigo de la corrupción sí que es fantástico porque pocas fantasías llegan a ese nivel.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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