Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Con la soltura de una mujer que se siente segura de ella misma. Ya en sus cuarenta y más primaveras, Nachita camina con paso firme con movimientos cadenciales que se acentúan en su cadera y le prodigan una sensualidad natural que invita a ser admirada.
Nadie podría decir que esta mujer no es guapa, sus ojos expresan una existencia vivaz, reflejan destellos de la alegría de ser. Con una voz compacta y dulce a la vez platica con los demás transmitiendo alegría. Su sonrisa no se opaca por la falta de dentición, secuelas del pasar del tiempo y por el trabajo arduo de sobrevivir. Aunque posee la ventaja de que, al sonreír y hablar, su falta de dientes, queda en muchas ocasiones oculta, por la manera de hacerlo.
Orgullosa de ser quien es, también de su cuerpo rebosante y craso. Ostenta vestimenta ceñida, no importándole el hacer evidente una que otra lonja. Sus pláticas sencillas y amenas, llenas de bromas y coqueteos furtivos, pero, no intencionales.
En una oportunidad una cliente del lugar en donde trabaja, le mencionó la idea de que ella podría bajar de peso. A lo que ella respondió de forma llana y con argumentos contundentes: No, yo no puedo bajar de peso. Si yo lo hago, dejo de ser bonita.
Con gran sorpresa ante tal argumento, a la otra, no le quedó más que asentir la opinión de Nachita. Y pensar, lo dichosa que puede ser ella por sentirse tan plácida por quien ella es. Avergonzándose un poco por haber realizado tal sugerencia. Observó a la tendera, y vio que en realidad era auténtica su alegría, así como, que Nachita, siendo gorda, era una mujer atractiva pese a todas las profecías que contradecían que pudiese serlo.
Además, dentro de otros atributos de Nachita que le conferían la cualidad de ser vista como una mujer atractiva. Contaba con que su sensualidad traspasaba su compartir con los demás de manera amable y cordial. Con una apertura a la vida que la impregnaba de dignidad y respeto. Y ante tal circunstancia, la gente la buscaba de manera armónica para convivir y reflejar esa misma condición.
Así que, queda descartada en esta pequeña historia que solamente las mujeres esbeltas y sin defectos gocen de ser atractivas. Además, es de reflexionar que la sensualidad es una apertura con la vida y el disfrute en ella. Por lo cual, se manifiesta en cada uno de los encuentros con otros dentro de la misma cotidianidad. Y al parecer, es un factor muy influyente, o tal vez, el más, para considerar atractiva a cualquier persona.
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