Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Hemos improvisado y así estamos. Un país maduro no improvisa: previene.”
Eduardo Angeloz
Tanto el Presidente saliente, como el entrante, han manejado un discurso, durante las últimas de uno y primeras del segundo, decisiones con absoluta improvisación, dejando un mal sabor a nosotros la ciudadanía en general.
Veamos, la prohibición de la utilización de productos plásticos de un solo uso es beneficiosa, útil y necesaria para el medioambiente, sin embargo, tiene que crearse una ley que establezca cómo gradualmente tienen que ir desapareciendo y cómo deben ser reemplazadas por otro tipo de material, el problema de fondo no se puede solucionar con medidas sin contenido, quedándonos como siempre en el continente.
El anuncio de derogar el acuerdo, sin una propuesta a largo plazo como Política de Estado es más desafortunada aún, los daños al sistema que ocasiona cada minuto la utilización de material de plástico es preocupante, los países desarrollados los primeros en utilizar y maravillarse con el gran invento que resultó ser el plástico, son los que ahora buscan soluciones al problema mundial, que se magnifica constantemente derivado de la utilización del plástico como una forma de vida.
Se ha mencionado como una alternativa la creación “de un impuesto mundial de dos centavos de dólar estadounidense por cada kilo de resina plástica manufacturada”.
Los científicos reclaman un acuerdo mundial para disminuir la utilización de material plástico de único uso, con el objetivo de limpiar el planeta, como podemos observar no es un problema de Guatemala, el fenómeno es global y la solución debe serlo también, pero mal hacemos si seguimos sentados esperando que otros tomen la iniciativa de mejorar el nivel de vida. Por no desarrollar ese tipo de iniciativas somos subdesarrollados, nos quedamos siempre en las orillas, sin llegar a subir la primera grada del desarrollo en su sentido más amplio.
Otra acción, que denota la improvisación en que vivimos, es la creación de la Comisión que teóricamente investigará el quehacer de la CICIG en el país, en los pocos meses que le faltan a la actual legislatura es imposible que investiguen las acciones y omisiones de doce años que estuvo instalada la Comisión, aunque siempre he sido y seré anti CICIG, por vivencias personales, he leído el convenio que dio vida al acuerdo y no tiene razón de ser la investigación porque se le dieron amplios poderes tanto al Comisionado (cualquiera que este fuera) como a los funcionarios de la CICIG, además de dotarlos de inmunidad que se extiende más allá de la temporalidad de la institución.
Se podría tildar de iluso, que a menos de tres meses de terminar su actividad parlamentaria, la nombrada Comisión entregue un resultado concreto de la investigación a un ente dotado de suprapoderes, originado en la improvisación de las autoridades que permitieron su creación en el momento que se llevó a cabo, como una respuesta improvisadamente a la impunidad que campeaba y sigue campeando en el país, sin que exista poder que ataque el fondo del problema, porque este se encuentra incrustado y desarrollado a lo largo de nuestra historia.
Tratándose de un país joven y pecador de iluso como el nuestro, es casi imposible lo que se propone el Congreso, escuchaba al panelista de un programa de radio, quien objetivamente argumentó que se busca una respuesta psicológica, porque más no se puede esperar.
En Guatemala estamos acostumbrados a que los patos les tiren a las escopetas para esconder la falta de respuesta de quienes ejercen la función pública, en una pretendida solución a las necesidades de la población, se crean cortinas de humo constantemente, para que el circo continúe, mientras lo importante para sobrevivir se deja de lado, porque es lo que conviene a unos pocos, que son quienes mueven detrás del telón los hilos de las marionetas de momento, en cualquier institución.
Necesitamos cambios de fondo y forma, para cambiar el continente, pero ante todo el contenido.