POR ROBERT BURNS /AP
WASHINGTON
Arabia Saudí gastó miles de millones de dólares en la protección de un reino con enormes riquezas petroleras, pero no pudo contener un ataque con drones y un misil que se sospecha provinieron de Irán, exponiendo vulnerabilidades que ni siquiera el equipo militar estadounidense más avanzado pudo disimular.
Además de decidir si se deben tomar represalias militares contra Irán, los saudíes y sus aliados estadounidenses tienen que buscar formas de prevenir otro ataque como el del fin de semana pasado, o peor todavía, contra los puertos de exportación del petróleo en el Golfo Pérsico o las plantas de desalinización que abastecen de agua potable al reino.
El secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo se las vio en figurillas para explicar el cómo pudo ser que los saudíes hayan bajado tanto la guardia y no hayan podido frenar un ataque con misiles crucero de vuelo bajo o drones armados, que estallaron en el centro de procesamiento de petróleo de Abqaiq –el más grande del mundo de su tipo– y el campo petrolero de Khurais.
El funcionario dijo que a veces hasta las mejores defensas aéreas fallan.
“Queremos asegurarnos de que se dispone de infraestructura y recurso que garanticen que ataques como este tengan menos éxito que el que parece haber tenido este”, dijo Pompeo.
Fácil de decir.
“Este es un ataque de una escala que no habíamos visto en el pasado”, agregó Pompeo, quien describió la acción como “un acto de guerra”, pero no dijo si habrá una respuesta militar.
El presidente estadounidense Donald Trump dijo que “sabemos bien lo que pasó”. Sin embargo, tampoco dijo si habrá represalias.
Arabia Saudí tienen numerosas baterías de misiles estadounidenses avanzados Patriot, que se supone pueden abatir cualquier aparato aéreo o misil balístico de corto alcance. Los Patriot, no obstante, cubren un área reducida, no grandes territorios, y no está claro si hay alguno instalado cerca de instalaciones petroleras.
Estados Unidos ofrece información de inteligencia y apoyo en las tareas de vigilancia, pero eso también tiene sus límites.
“No podemos estar pendientes de todo el Medio Oriente a toda hora”, dijo el general de los marines Joseph Dunford, comandante del estado mayor conjunto.
Estados Unidos envió este año soldados a la base aérea Príncipe Sultán, al sur de Riad, por primera vez tras una ausencia de más de una década. Esas fuerzas incluyeron una batería de misiles Patriot. La base había sido un centro de operaciones de Estados Unidos durante mucho tiempo, pero Washington retiró sus efectivos tras la caída de Saddam Hussein en Irak en el 2003.
Obviamente, los saudíes no estaban preparados para el ataque, cuya ejecución y precisión no tienen precedentes. Enfocaban sus defensas mayormente en el sur, para contrarrestar acciones de los rebeldes hutíes que disparan misiles de corto alcance y drones a territorio saudí. Las autoridades saudíes dijeron el miércoles que los misiles y drones del ataque a las instalaciones petroleras provinieron del norte, insinuando que venían de Irán.
Seth Jones, experto en antiterrorismo del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que “casi ningún estado” hubiera podido contener un ataque tan anticonvencional. Y que Arabia Saudí es particularmente vulnerable a un ataque iraní multidimensional.
Los ataques podrían abrir una nueva era en la defensa de instalaciones energéticas.