Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Andrés lloraba de manera tímida mientras mantenía un diálogo poco esclarecedor consigo mismo. Meditaba su situación actual y cómo el amor se había alejado de él. Era un joven en sus treinta, poco corpulento, no necesariamente guapo, pero con un buen venir acá, y de manera especial, con sentimientos expuestos a flor de piel.
Daba ternura observar aquel cuadro en sus noches insomnes, en las cuales, este no hacía más que reclamarse así mismo su mala suerte en el amor. Su rostro expresaba el desconcierto de alguien que se encuentra padeciendo sin adivinar por qué.
Las mujeres se acercaban cariñosas y fogosas de su compañía. Su primera pareja la formó a los veinte y tuvo dos hijos, todo iba muy bien hasta que ella se ligó a su mejor amigo y se convirtió en mujer de aquel. Cuando Andrés comenzó una segunda relación, Petrona, la mujer de sus veinte, quiso regresar con él, hostigando a su segunda unión, reclamándolo para ella derechos adquiridos por haber sido la primera en su vida y haberle dado dos hijos. Pero Andrés ya no estaba disponible para ella, había iniciado una nueva relación y él se lo tomaba en serio.
Era responsable con ella, así como, lo había sido con Petrona. Ella con una hija a cuestas, con la cual, él de manera inmediata se encariñó, firmó papeles y la hija de esta nueva mujer pasó a ser hija de él también. Como la primera vez, todo iba muy bien hasta que ella comenzó a trabajar y allí comenzó un romance con un compañero. Y otra vez, Andrés sufrió abandono por otra mujer, quien inició vida con este otro.
Al tiempo esta segunda mujer, María, quiso regresar con Andrés, pero ya en su lugar había una tercera mujer, quien, fue hostigada por María como Petrona la hostigó a ella. Deseando de esta manera apartar a Andrés de esta nueva relación y recolocarse en la vida de él. Pero, nuevamente ya era tarde, Andrés ya estaba comprometido con otra y tenía un nuevo hijo. Sin embargo, esta tercera mujer, Milagros, tampoco tuvo el menor recato para abandonarlo, cuando al parecer todo iba bien, ella se enamora de otro hombre y deja a Andrés en la devastación.
Andrés no entiende qué ha pasado con su vida, cada separación le ha sido ingrata y ahora, solamente ahora. Se da cuenta que Petrona, María y Milagros le han dado dolor de la misma manera. Lo han abandonado, traicionado y luego cuando se arrepienten y se dan cuenta de lo que tenían con él tratan de regresar, pero ya es tarde.
Ahora, Andrés con tristeza y también un desconcierto que le produce terror. Se pregunta así mismo: ¿Y esto por qué? ¿Qué he hecho yo? Pero por más que trata de darse una respuesta, la respuesta no llega y se siente dividido entre sus amores perdidos, se siente amando a sus cuatro hijos y también con las cargas de su responsabilidad paterna, las cuales, las asume de manera amorosa pese a vivir de un trabajo modesto. Y su mayor preocupación es el desconcierto y el temor a volver a redundar.