Francisco Cáceres Barrios
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Mucha bulla, mucho aparato y mucha divulgación podrá hacerse sobre el proceso de selección que nuestro país está siguiendo con motivo de la calificación de profesionales del derecho para ocupar los cargos de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de Salas de Apelaciones, pero a mí, como también a tantos ciudadanos de a pie, como decimos corrientemente, jamás nos van a poder satisfacer sus resultados, no solo por lo insatisfactorios que han sido en el pasado, sino por lo que actualmente padecemos. Para poder explicar de mejor manera mi punto de vista, traigo a cuenta la caricatura del célebre artista “Don Fo” que fuera publicada en el matutino Prensa Libre del pasado lunes 9 de septiembre.
En la gráfica se aprecia el momento en que el Presidente de la Comisión de Postulación les comunica a dos destacados jueces (con notable la similitud con las facciones de Erika Aifán y Miguel Ángel Gálvez) el por qué fueron excluidos del proceso de selección, diciéndoles: “Lo siento, independencia y compromiso con la justicia, no están entre los requisitos”. Esta frase resume atinadamente que ambos juzgadores con sobrados méritos, sometieron sus solicitudes para ocupar los mencionados cargos, pero, fueron descartados con absurdos formalismos o con argumentos totalmente fuera de contexto”. ¿Acaso no son deseos de la mayoría de la población contar con jueces independientes de criterio y, además, estar comprometidos formalmente con la justicia?
La situación actual que estamos viviendo, tan injusta como desagradable, vino a confirmarse cuando nos enteramos que el sistema de evaluación de los candidatos o aspirantes tiene una tabla de gradación en la que se detallan los aspectos a calificar en cada uno determinando 70 puntos de 100 a sus méritos profesionales; 25 a sus méritos académicos y cinco a sus méritos de proyección humana o lo que es lo mismo, a su vocación de servicio y liderazgo, lo que significa que por sus méritos éticos, de acuerdo con lo establecido en la Constitución, la Ley de Comisiones de Postulación y otras normativas reciben CERO puntos. ¿Podrá esto parecerle a alguien justo, equitativo, correcto y atinado?
Así las cosas, ¿qué podremos esperar de nuestros jueces y magistrados? Para nadie es suficiente que nuestros jueces y magistrados tengan determinados años de experiencia judicial, ser abogados litigantes o haber desempeñado algún cargo en la administración pública dentro del ámbito del derecho; como tampoco haber logrado grados académicos, estudios, docencia y cargos de dirección, cuando se deja de lado lo más importante: los valores y principios que posean y los hayan puesto en práctica. Cae por su propio peso que no se puede eliminar de tajo lo básico y fundamental: haber demostrado honradez, decencia y honorabilidad a lo largo de su vida, por el solo hecho de no convenir a los intereses personales de quienes dirigen el proceso de selección. Termino preguntando: ¿Con qué base vamos a exigir de ahora en adelante independencia y compromiso con la justicia?