Alfonso Mata
Como bien decían los antiguos: el proceso electoral que termina, fue obra de mucho freno y mucha maña, en que poco entiende la muchedumbre y ojalá las nuevas autoridades sobresalgan más por hacer de conocimientos útiles prácticas democráticas, que por ejercer el poder y aprovecharse de él.
Un día previo a las elecciones, revisé 150 correos electrónicos de diez personas de diferentes estratos socioeconómicos para estudiar los diferentes mensajes que enviaban los dos grupos en contienda. De ellos, en el 73% encontré contenido de miedo y de odio ya sea escrito o iconográfico, 47% proveniente de personas con grado académico y algunos incluso figuras nacionales. Campaña de miedo y odio ¿Qué significa esto? La cosa es complicada, en nuestras redes sociales y medios de información, a diario nos enfrentamos con opiniones que nunca hubiéramos escuchado pero tanto va el cántaro al agua… El cerebro es débil y más el que no tiene costumbre de razonar los juicios descalificadores que le llegan en ataque despiadado a diario, que al fin para no molestarse, termina por creer lo que ve y escucha y vuelve incluso convicción lo que era mentira y desaprobación. Así se forman creencias y se manipulan voluntades.
El problema no es quien escucha o ve algo –la ignorancia claro que algo pesa– el problema es un aumento de posiciones crónicas defensivas, que fortalecen procesos mentales de intransigencia y esto, una polarización hacia la agresión y, todo ello, porque no hay espacios de diálogo honesto interior y exterior dentro del maremágnum de información que recibimos y no obligamos al cerebro a procesar sin solo a recibir y retener y tanto va el cántaro al agua…
Pero hay algo peor, el público no se ha dado cuenta que las fuentes de información son un modelo de negocio en que verdad y falsedad no importa y esto también conduce a la polarización y fragmentación de la realidad y en política (vea los correos que le llegaron la semana de las elecciones) a la agresión y de eso los usuarios de las redes no se dan cuenta, de que esto pone en la palestra de la decisión a la persona perdiendo importancia lo nacional. Creencia duradera sobre alguien creando preferencias o aversiones que se deciden en un simple click, en donde la verdad en verdad ya no es necesaria; está determinada por la cantidad de los que creen en “me gusta” con diferentes connotaciones ese me gusta. Una democracia basada en me gusta y no en la verdad, deja out la búsqueda de la verdad y la democracia.
En la actualidad la información viral si tiene éxito, se califica de verdad de tanto repetirse su visibilidad. La misma tendencia se aplica a escándalos de corrupción, campañas políticas, electorales. La verdad desaparece en las redes y en muchos medios de información masivos. Falsificaciones, desinformación, todo lo que pueda causar emociones fuertes que apelen a los instintos humanos más bajos se repite una y otra vez y es por eso que hoy nos interesa la CICIG, pero a la semana ya no y así la vamos pasando de cosa en cosa…sin solucionar.